1 de abril de 2012

Trabajando en una traducción me di cuenta

Acabo de terminar de traducir la introduccion de un libro de astrología que me encargó mi papá. Puedo no estar deacuerdo con lo que dice, puedo no creer nada de lo que pregona ese milenario embuste, puedo sentirme ligeramente ofendido por los que considero insultos a mi inteligencia (pero en realidad yo no soy el target de ese libro; yo lo leo por cuestiones de un trabajo; con lo que no tendría que sentir que se le falta al respeto a mi smart ego). Sí, puedo todo lo anterior, pero la sola introducción constó de aprox 5700 palabras, me la eché en una semana dedicándole una hora cada día, y cobraré diez centavos de dólar por palabra, esto es 570 dólares. quinientos setenta dólares por cuando mucho seis horas de trabajo, creo que la traducción sí deja (aún deja) como para vivir dignamente. De hecho, he estado pensando en dedicarme, como segunda fuente de ingresos, a traducir textos del inglés/francés/italiano al español.

El siguiente capítulo tiene poco más de oncemil palabras, con explicaciones no tan técnicas como en la introducción, con lo que creo que también lo tendré en como una semana, tal vez semana y media, y habré ganado mil cien dólares. Si hago un esfuerzo entregaré un capítulo por semana y en dos meses y medio habré concluido el libro. Ahora bien, si me dedicara a traducir de tiempo completo (es decir, de cuatro a cinco horas diarias) podría terminar un libro como el que me encargó mi papá tal vez en quince días, y cobrar aprox entre tres y seis mil dólares al mes. Y entonces, ¿qué hago en mi empleo de programador? Bueno, tengo seguro social, aguinaldo, reparto de utilidades, tareas garantizadas por parte de los jefes, y además me llevo bien con los compañeros de trabajo, y algunos son mis amigos... Sí, pero si de repente hubiera muchos libros que traducir y viera yo que podría aumentar mis ganancias al doble o triple de lo que me dan de salario, entonces me cambiaría. Definitivamente.

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