Evitar el problema del juicio errado requiere solamente que nuestros deseos racionales sean un conjunto editado de nuestros deseos actuales y preexistentes, del cual tendríamos que haber quitado los deseos sin valor. Sin embargo esta lista editada de deseos verdaderos seguiría siendo de deseos que de hecho nos motivaran. Los deseos racionales aun mantendrían su conexión psicológica con la motivación, lo importante, y el sentido. Sin embargo, para evitar el problema de la casualidad, la teoría de los deseos racionales debe añadir deseos que de hecho no tenemos, que todavía no existen. Puesto que no tenemos realmente esos deseos, entonces no pueden motivarnos de verdad. Construidos para evitar el problema de la casualidad, muchos deseos racionales serán meras hipótesis. Los deseos hipotéticos pierden su conexión psicológica con la motivación, lo que importa, y el sentido.
No podemos evitar ese problema siguiendo la sugerencia de Railton de considerar deseos racionales de segundo-orden. Lo que nos haría considerar, bajo circunstancias racionales, aquello que querríamos querer, en lugar de lo que queremos. Como antes, algunos quereres que querríamos tener bajo circunstancias racionales no son quereres que de hecho queramos querer. Así, debemos añadir esos quereres hipotéticos de segundo orden, quereres que de hecho no tenemos. Nuevamente, ¿porqué debería importarnos algún evento que querríamos querer en circunstancias óptimas si de hecho no queremos quererlo en las circunstancias actuales?
Una fortaleza de la teoría del deseo real era que podía explicar porqué estamos motivados a buscar estados de cosas que denomina valiosos. Así pues, ofrece la explicación de porqué esos estados del mundo nos importan y explica porqué se sienten significativos. Si la satisfacción de sus deseos le importa a la gente, entonces que se cumplan los deseos se siente significativo. Desafortunadamente, el enfoque de la teoría del deseo real respecto del futuro la hace una guía sumamente falible respecto del sentido. Para arreglar este problema, la teoría del deseo racional pierde su conexión psicológica directa con la sensación de sentido. Sólo un deseo real de que suceda un estado de cosas hará que sintamos ese estado de cosas como algo significativo.
Los deseos racionales nos dan mejor cuenta de lo que es verdaderamente valioso, mientras que los deseos reales nos dan cuenta de lo que se siente valioso. Nuevamente, hemos encontrado una tensión entre lo que es verdaderamente significativo y lo que se siente significativo. Resolver esa tensión entre la verdad y el sentimiento es el problema más difícil que enfrenta la búsqueda filosófica de lo que de verdad importa.
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