22 de abril de 2012

Hay cosas que desaparecen solas

Últimamente he visto en facebook, y en otros lados, un montón de desplegados y de mensajes de movimientos anti-taurinos. Digo, me queda bastante claro que la parte liberal y progresista de mis contactos facebookeros son anti-barbaries de todo tipo, anti-maltrato animal, anti-tortura, anti-esclavitud, anti-discriminación, etc. Y hasta cierto punto yo estoy deacuerdo con mucho de lo que esa parte de mis contactos expresan y manifiestan. Me parece obvio que el Zeitgeist se mueve en cierta dirección -- hacia los pilares de la moralidad expuestos por Frans de Wall en su charla de TED -- : la reciprocidad (equidad) y la empatía (compasión). Mis dudas sin embargo son con respecto a los límites de esos dos pilares, o más que límites, a la simetría; es decir, ¿qué tan empático y por cuánto tiempo puedes ser cuando no existe posibilidad de reciprocidad?

Me pregunto esto porque veo a toda esa gente compadeciéndose de los animales como si se tratara de sus propios hijos, ofendidísimos con quienes los maltratan y abusan de ellos, y desplegando una capacidad de movilización enorme y una elocuencia contundente, pero, ¿estarían dispuestos a adoptar, mantener y cuidar de esos animales que están defendiendo? No. Y no sólo eso, todos esos activistas saben en el fondo que fuera de los perros y los gatos, y algunos otros animales que llevan unos milenios de domesticación, no habría por parte de "las bestias" ninguna clase de reciprocidad hacia ellos. Entonces tenemos que la columna de la compasión es gigante, pero la de la equidad es prácticamente inexistente. Vamos, que ninguna zebra, aunque yo la hubiera defendido de los cazadores con vehemencia, salvándole de hecho la vida varias veces, saltaría por mí si un león o un cocodrilo me "capturaran". La reciprocidad con otras especies, incluso entre las que son nuestras mascotas, es muy limitada.

Recuerdo una vez en la prepa, por una tarea escolar el absorto hizo una exposición elocuentisirrísima con respecto a las maldades terribles de la fiesta brava, basada, creo, en el libro "Toros sí, toreros no" de Rius. De ahí salí convencido de la barbarie infinita encarnada en esa retrógrada tradición española. Luego, más adelante, mi hermana fue reina de la feria del caballo de Texcoco, y con ella asistí a varias corridas, y quizá por una cuestión de perspectiva que me hacía ver al torero minúsculo frente a un animalote gigantesco, quizá porque en la segunda o tercera vez que acompañé a mi hermana me tocó ver algo tan infrecuente como un indulto (sí, "perdonaron" al toro, según esto luego lo curaron y regresó a sus praderas como semental), o tal vez porque en una vi en una de sus primeras apariciones al Juli, niño de entonces 12 años frente a animales de 500 kilos, quien sabe qué me pasó, pero mis reservas morales racionales se disolvieron y me embargó la emoción de ver el "mano a mano" entre Torero y Toro. Así que estoy en la situación de poder comprender a un aficionado a los toros y también de entender todos los argumentos racionales que hablan de tortura y ejecución y barbarie y medio-evo moral, etcétera.

Los comentarios que suponen una baja estofa moral en aquellos que gustan o están involucrados con el negocio de los Toros, por aquello que mencionaba más arriba de la imposibilidad de la reciprocidad, si bien van con el Zeitgeist, me parecen exagerados. Ningún aficionado a los toros va por el simple hecho de ver sufrir a un animal, es decir, no va por sadismo, no se regocija en la muerte o la sangre, no es como en las escenas de Spartacus en que cuando sale volando una cabeza sangrienta la multitud parece excitada casi al borde del orgasmo; no, la emoción proviene de otro lado, del paso de una enorme bestia, de un Goliat con sus 450 kilos de músculo, a toda velocidad y con intenciones de lastimar a un diminuto y ágil torero; de como se planta y le hace frente el torero a la bestia, y de los trucos a su alcance -- y de la gracia y entereza con que los lleva a cabo -- para superar a su descomunal oponente. Obvio, todo eso es puro espectáculo, el torero tiene años de práctica en enfrentar toros, mientras que el toro es virgen en ese sentido, nunca se ha enfrentado a un torero; aún así, la posibilidad de salir lastimado o muerto para el torero existe, el riesgo es alto, y de hecho en las corridas a las que asistí en su momento, hubo varias cornadas graves que me hicieron ver que en efecto el peligro para el hombre en la arena era real.

En realidad me parece que ese movimiento antitaurino está alcanzando lo contrario de lo que busca. Creo que el Zeitgeist es claro, tiene una dirección, y si los antitaurinos no le movieran, las plazas de toros poco a poco se irían vaciando, hasta que, dentro de unos años o lustros, dejara de ser negocio y muriera esa triste tradición... Por el contrario con todo el escándalo que están haciendo, con el intento de convertir a los toros en algo ilegal, etcétera, van a lograr lo contrario; que por morbo vaya más gente, que se hagan corridas clandestinas en plazas improvizadas, que los toros sigan entre nosotros mucho más tiempo del que tendrían que estar.

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