Ya habíamos pasado por esto con Loana, cuando a ella le salieron los primeros dientitos estuvo inquieta y molesta durante unas semanas hasta que le brotaron sus frontales inferiores. Luego estuvo intermitentemente bien y sensible, conforme le fueron saliendo los demás. Hoy en día que ya cuenta con toda su dentadura de leche ya no tiene quejas de ningún tipo, y ni recuerda el martirio que fue para ella mientras le salieron. Es curioso como nuestra mente está "diseñada" para que olvidemos los malos ratos pero supongo que es un mecanismo más o menos obvio, si recordáramos cada dolorcito que hemos sufrido no saldríamos de casa.
Pues Lucas ya empezó con sus molestias, ya se desespera y trata de llevarse cosas a la boca para morderlas y así atenuar lo que siente en sus encías. Es divertidísimo Lucas en su modalidad básica, que es la etapa en la que está: cuando está tranquilo suele sonreirle a quien sea que se le acerque amistosamente; cuando se empieza a desesperar se enoja, y pega de gritos, pero son gritos enojados de protesta, en los que no se asoma para nada el llanto; y cuando el malestar es intolerable entonces sí llora, pero eso casi nunca lo hace. Digo que es divertido porque cuando Loana se le acerca primero la recibe con sonrisotas, y ella trata de agradarle y también se ríe, se le acerca, y le empieza a tocar la cabeza. Tras un rato con Loana encima, Lucas se empieza a desesperar, y empieza a gritar enojado. Alejamos un rato a Loana pero Lucas le parece un sujeto interesantísimo de estudio, así que al poco rato vuelve a repetirse la escena.
A mí me encanta que Lúcas no sea chillón, sino enojón, y que se mueva entre esos dos carácteres, el del bebé conquistador todo sonrisas, y el del comensal exigente que pide hablar con el gerente. A ver si la dentición no lo cambia demasiado.
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