13 de mayo de 2012

Bañando a mis hijos

Solía bañarme con el agua extremadamente caliente, "para pelar pollos" me decía mi musa; trataba de lavarme lo más rápido posible porque el agua tan caliente sólo dura unos minutos. Luego se empezaba a entibiar y yo le iba quitando el agua fría, poco a poco, hasta que la llave de la fría estaba bien cerrada y era obvio que en algunos segundos el agua de la ducha empezaría a entibiarse/enfriarse irremediablemente.

Cuando empecé a bañar a Loana tuve que regular la temperatura a algo que no le quemara, así el agua caliente duraba exacto el tiempo para bañarnos los dos. A ella le gustaba bañarse conmigo, la temperatura del agua, y el ritual en general... Como el baño era cargándola y desde hacía bastante tiempo había superado el umbral de los 10 kilos, mi musa no podía ser la que la bañaba, pero sí la que me la recibía tras el baño.

Ahora Loana ya se baña parada, sin que nadie la cargue, y se da el lujo de despreciarme y de pedirle a su mamá que sea ella quien la bañe. Pero ahora también le ha dado por pedir que el agua esté fría. Digo, no helada, pero sí fría. De repente se me ocurre que como es prácticamente verano, y hace mucho calor, por eso es que prefiere el agua fría; me preocuparé ya si en invierno pide también agua fría. Como sea, cuando me pide a mí que la bañe, Loana decide la temperatura del agua, y obvio que como está fría me alcanza el tiempo para bañar también a Lucas, y a mí, con nuestros respectivos cambios de temperatura.

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