Razones y emociones
¿Qué cosa son dichas razones para desear? No tenemos ninguna razón para limitarnos a la simple teoría psicológica del deseo/preferencia de la economía. Tal teoría podría prestarse para la creación de modelos matemáticos atractivamente precisos de toma de decisiones. Sin embargo, describe pobremente la verdadera vida mental de la gente real. La gente de verdad tiene todo un rango de actitudes mentales motivadoras que no se reducen de ninguna manera obvia a los deseos. La gente tiene apetitos, emociones, metas, intenciones, planes y propósitos, y despliega todo ese abanico en sus deliberaciones sobre como llevar su vidas. La deliberación recorre lo que le importa a la gente, y las cosas importan de muchos modos distintos. Frecuentemente la deliberación resluta en un deseo de hacer algo; el resultado de la deliberación es un deseo en el sentido suave, motivacional. (Blackburn 1998:121- 137) Detrás de tales deseos, sin embargo, hay razones; sin esas razones los deseos serían neuróticos.
Frecuentemente, nuestros deseos surgen de nuestra vida emocional. La razón por la que queremos obtener algo es que lo disfrutamos, nos gusta, lo admiramos, lo amamamos, nos complace, o estamos orgullosos de ello. Queremos evitar otras cosas porque las odiamos, despreciamos, nos asustan, nos preocupan o nos averguenzan. La conexión no es siempre directa. Una emoción como los celos nos llevará a variados quereres diferentes de lastimar, minimizar o suplantar. Esos quereres son más sutiles de lo que sería tan sólo querer evitar el objeto de nuestros celos. Algunas veces, también, la conexión entre la emoción y la motivación puede ser indirecta; el amor por la propia esposa podría mandarnos a la calle bajo la lluvia por un encargo que de otro modo no querríamos hacer. Cuando explicamos o justificamos nuestros quereres y deseos, no es hacia nuestra vida emocional hacia donde volteamos. Directa o indirectamente, nuestras emociones son las razones por las cuales queremos como queremos. Nuestras emociones responden a nuestras circunstancias, y nuestros deseos cambian con ellas.
Si nuestra vida emocional explica nuestros quereres y deseos, entonces poner atención a nuestras emociones para una guía de lo que importa es la ruta obvia a seguir. Después de todo, algo nos importa sólo cuando involucra nuestras emociones. Un examen más cercano de las diferencias estructurales entre desear e importar da aún más evidencias de que los quereres y deseos son guías pobres hacia lo que importa.
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