4 de mayo de 2012

Deseo desconocido

Hace poco Loana estuvo pidiendo helado. ¿De qué lo quieres? le preguntó mi musa, "de fresa" respondió nuestra pequeña. Así que nos fuimos al súper, y además de la despensa compramos el helado. Ella quería sacarlo desde que le dijimos que ese era el helado pero le pedimos que esperara hasta la casa. En la casa, abrí el helado y le di a probar; primero actuó con desconfianza, vio la cuchara por todos lados y no se decidía a comerse el contenido... Luego, me pareció que como ella lo había estado pidiendo sentía que no podía echarse para atrás, así que lo probó. Se llevó una gran sorpresa cuando sintió que era algo tan frío, lo sé por la carita que puso y porque casi lo escupe, pero empezó a saberle rico, saboreó el bocado, luego tragó, y pidió más. En adelante, cada vez que el helado tocaba su boquita ella soltaba una risita que me derretía. Me di cuenta de que nunca antes había probado el helado, que sólo lo conocía por fama, por alguna caricatura, o por algún cuento, era un poco como el unicornio, o bueno, ella ha visto muchas veces unicornios porque son parte del bestiario infantil, pero no sabía a qué sabía ni cómo se sentía un helado, hasta que lo probó; y le gustó mucho. Yo mientras tanto estaba fascinado de ver cómo ella descubría el helado. Sé que la próxima vez que pida helado ya va a saber de qué se trata y no va a ser una sorpresa, pero seguramente va a seguir riendo al sentirlo unas cuantas veces más.

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