Me gusta mucho lo escrito por Umberto Eco, es un pensador genial y un gran novelista. Me impactó en un momento perdido de mi vida sin rumbo en que no sabía qué quería hacer de mi existencia, había probado la academia, el empleo, los negocios, la carencia, el amooor desgarrador, etc, sin desempeños notables en ningún campo aunque sí aceptables desde un marco de evaluación mediocre. Para ese momento ya había leído todo Cortázar, Kundera y Saramago, por lo que me sentía aceptablemente leído. Así que no sin cierto desapego, y más para practicar italiano, empecé a leer un libro que me había traido mi papá de Italia llamado Baudolino.
La lectura fue algo tediosa la primera vez, pero yo soy un necio que por alguna fijación extraña no dejo un libro hasta no concluirlo, y qué bueno que así soy, porque no acabé dejándolo a la mitad como muchos individuos que después de mi recomendación han intentado leerlo. La catarsis final me enamoró, me hizo leer a las dos semanas con recelo (pues yo quería traducirlo) la excelente traducción de Helena Lozano, y luego comprar copias en Francés, Inglés, y Alemán (y empezar mi método para aprender deutch). De ahí volví a El nombre de la rosa, que ya había leído pero muy superficialmente, esa segunda lectura quedé profundamente cautivado. Fue así como me puse a buscar la bibliografía completa, a comprar libros y libros, algunos los entendí muy poco y creo que ya estoy maduro para volver a ellos. Uno que particularmente dejo para un futuro incierto es su primer libro, su tesis con respecto a la idea de belleza en santo Tomás, que es ilegible para mí pues la mitad está en latín, el latín está en mi lista de lenguas con qué domar a mi cerebro.
Con todo lo que he leído desde entonces (hace casi 8 años), aún me considero un pobre aprendiz en lo referente a la semiótica; una centésima parte y sin rigor de un Baudolino, aprendiendo los asuntos del lenguaje y la comunicación de manera autodidacta como hobby, mientras aprendo a programar y desarrollar sistemas informáticos en mi tiempo "productivo". Pero la cosa no se queda ahí, también tengo un plan para "salvar al mundo" por medio de una herramienta de consumo colectivo, y bloggeo regularmente. El resto del tiempo se lo dedico a la conversación filosófica multitemática que empezamos hace unos tres años mi dulce compañera y yo, y el resto del resto, a mis demás seres queridos. Mi vida (como vida) sigue sin rumbo, mi mente ya no tanto. En mi camino me encontré con la ética, la filosofía del lenguaje, el ludismo, las ganas de saber, la experiencia y muchos otros ingredientes que me han ido formando.
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