¿Por qué será que quiero, que cuando le reclamo algo a mi musa, ella actúe como si nada o mejor aún, que ponga buena cara? Digo, ciertamente los reclamos están formulados de la manera más suave que creo que puedo, y si son formulados es porque se niegan a apagarse así nada más en mi mente. Pero que yo se los diga "tranquilo" no quita que sean temas que podrían tener sus púas, y he mostrado gran torpeza en su manejo y suele acabar mal.
Creo en la necesidad del reclamo, pues el silencio sobre lo que nos hace ruido sólo nos distancia, cuando percibo alguna desigualdad o imposición (dentro de nuestra relación basada en la equidad y la libertad) no puedo quedarme callado. Aunque a veces mis percepciones se han demostrado erradas, eso sí. Cosas que antes juzgaba desde una perspectiva negativizadora se han transformado gracias a últimas lecturas y experiencias que me han ofrecido razones de peso.
Conclusiones: debo ser más razonable, el día que logre hacer un reclamo con gracia y tacto suficientes tal vez obtenga cooperación, aunque quizá, dadas las plañideras circunstancias, nunca obtenga complicidad. Cuando sienta "la injusticia en lo más hondo" en lugar de lanzarme a lo Che Guevara a deshacer el entuerto, debo de poder ponerlo en proporción adecuada. Y sí, seguir el diálogo y razonar las diferencias, para luego dejarlas de lado mientras reímos y gozamos juntos.
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