Iba en primero de primaria, y en cierto momento del año el patio de la escuela se llenaba de una especie de pasto seco, no sé si de los árboles, o de las yerbas o maleza, la cosa es que en mi recuerdo unos niños de mi edad y yo, jugábamos a hacer montones de ese material suave y ligero que cubría nuestra área de juegos, era como una cobertura de paja finita. Quien sabe qué clase de juegos inventábamos ahí.
En un momento dado, llega algún grandulón de sexto o de quinto y puf, de una patada destruye uno de nuestros montones pulverizado y atravezado con su malévola carrera. El grandulón se va riendose. Reconstruimos el montón deshecho, vamos por más material a donde más se juntaba, alguien grita, los demás nos volteamos y vemos la debacle: cuatro grandulones hacen saltar TODOS nuestros montones, los vándalos se van burlándose de nuestra frustración, algún niño llora, yo no, aunque los odio.
Siguiente escena, los otros niños y yo nos organizamos para poner ladrillos debajo de nuestras montañas de pasto.
Bueno hubiera sido. Digamos que esta última parte la quiere poner mi imaginación en el recuerdo, con la malicia del que soy ahora. En ese entonces sé que no lo hice, el recuerdo real es ese digamos que joyciano ver desde algún punto como un niño abusivo y malvado destruye el "trabajo" y se va, luego, como pasan varios y acaban con todo. That's it, ahí acaba.
1 comentario:
No wey. Sí pasó. Yo sí me acuerdo claritito, fue un momento de gran gloria. Era un ladrillazo, tremendo. El bruto pateó el cerrito de pasto tan solo para encontrar el núcleo durísimo en su pie. Vimos su expresión de dolor y desconcierto, el trató de reirse burlón para ocultarla.
Este no es un falso recuerdo.
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