5 de enero de 2010

2012 narrada, c'mon

Esta idea fue sugerida por mi amada compañera mientras cenábamos en un Italianni's, tras ver dos de las tres horas de 2012, pirata y prestada porque no íbamos a comprar nosotros ese churro y por suerte nos la perdimos cuando estuvo en cartelera.

Imaginemos la escena en un bar, un desconocido ya bastante pedón con un aroma que hace que sepamos que lleva algunos días nadando en alcohol, el cual se pone a narrarnos su increíble historia:

Sí mi buen, hace una semana fui por mis hijos a casa de mi ex-mujer para llevarlos de vacaciones a acampar a yellowstone, al romantiquísimo lugar donde los concebí a la luz de las estrellas, pero nos encontramos con una cerca puesta recientemente que nos saltamos y la zona donde antes había un enorme lago estaba devastada. Ahí nos arrestó el ejército y nos metieron un sustote, lo bueno es que el jefe de los soldados era un geólogo que estaba leyendo mi libro y nos dejó ir, que si hubiera sido otro militar, capaz y hasta nos fusilan.

En la noche mientras mis hijos dormían me acerqué al remolque de un cuate que pregonaba el cercanísimo fin del mundo y la conspiración mundial para salvar a unos pocos en unas naves. Lo tiré de a loco. Pero en realidad tenía razón en todo, era un iluminado visionario, lástima que luego se lo cargó el payaso.

A la mañana siguiente mi ex se asustó mucho por un temblor que dejó una grieta en el supermercado de su colonia y me llamó al cel de m'hijo y me pidió que le llevara a los chamacos, sin importar que todavía no terminaran sus vacaciones. Luego luego llegando me llamó mi jefe multibillonario para que llevara a sus hijos al aeropuerto. Ahí sus regordetes enjendros se burlaron de mi cercano fin y me dijeron que ellos sí se salvarían del apocalipsis mientras que yo no.

Entonces me cayó el veinte, apalabré ahí mismo una avioneta y fui a toda velocidad por mis hijos, por mi ex-vieja y mi "socio" (su güey). Llegué a la casa de mi ex justo cuando la destrucción del mundo estaba empezando, los saqué de ahí segundos antes de que su casa se derrumbara, y nos fuimos todos a todo lo que daba el coche al aeropuerto mientras una grieta se abría detrás de nosotros y se tragaba todo a su paso.

El temblor alcanzó tales proporciones que se empezaron a caer los edificios y en mi camino hacia el aeropuerto hasta atravesé un rascacielos que se estaba derrumbando. Cuando llegué al hangar me encontré al piloto que había contratado muerto, pero por suerte mi "socio" era piloto amateur y logramos escapar de la ciudad de Los Ángeles justo antes de que se la tragara completita el mar.

De ahí nos dirigimos nuevamente a Yellowstone porque el pregonador apocalíptico conspiracional había mencionado unos mapas con la ubicación de las naves salvadoras. Cuando llegamos a su remolque no había nadie, así que lo fuimos a buscar, y estaba trasmitiendo en vivo desde un mirador y estaba anunciando el surgimiento del mayor volcán del mundo, que nació y explotó segundos después de que el profeta nos dijera donde estaban esos mapas.

Salimos nuevamente a toda velocidad bajo una lluvia de rocas que por un pelo nos mata, llegamos otra vez a la avioneta que nos esperaba con los motores prendidos, y huimos volando con el mapa en la mano milésimas de segundo antes de que la nube de polvo desplazada por la explosión del volcán nos derribara; de hecho, por un instante nos alcanzó pero ya íbamos encarrerados, aceleramos y logramos dejarla atrás. Para nuestra mala fortuna las famosas naves salvadoras resultó que estaban en China, así que nos fuimos al aeropuerto de Las Vegas a conseguir un avión más grande... Etc, etc, etc.
La cosa es que sí, con los efectos especiales, con las cosas pasando en la pantalla, con muchísima cooperación por parte de los que la están viendo, se puede hasta creer que algo así es posible, como dicen: "ver para creer", pero si esto me lo hubiera narrado alguien, llámese un briago, un taxista, o incluso un conocido, e icluso estando dentro de uno de los grandes barcos salvadores que aparecen por el final de la horrenda película; a la mitad del escape de Los Ángeles me hubiera meado de risa, y ya para el final hubiera emitido algunas carcajadas y hecho unos cuantos comentarios sarcásticos.

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