Me parece una barbarie aplicar cuatro vacunas de sopetón a los bebés de dos meses. Sobre todo porque tres dellas se inyectan en las piernitas y los pobres bebés, justificadamente, lloran mucho y miran con rencor a quienes los sostuvieron y detuvieron para que los vacunaran. O bueno, al menos yo sentí que la miradita ofendida y rencorosa de Loana me reprochaba adolorida poco antes de soltarse en un inconsolable llanto que medio se interrumpió cuando su heróica mamá la rescató de las garras del malvado enfermero vacunador (y de las mías: el infame cómplice) y se puso a hablarle en tono cariñoso y tranquilizador.
En el seguro social tenían las de: Hepatitis B, Pentavalente y Rotavirus, pero no la de Neumococo, nos dijeron que se la pusiéramos hasta dentro de un mes. Pchis instituciones de salud gubernamentales aplican la carestía a cada rato. Sin embargo, y no conforme con las horrendas inyecciones propinadas de hecho a nuestra hija, su mamá, o sea mi anadísima compañera, decidió que fuéramos a lo del pediatra para que se la pusiera y no dejáramos ninguna vacuna pendiente. La inyección de Neumococo costó un ojo de la cara, Loana volvió a llorar desconsolada y a ser oportunamente rescatada por mamá. Resulta que hay campaña publicitaria con flyers y toda la cosa de la famosa vacuna neumocócica, por lo que sospecho complicidad entre el Seguro Social y su desabasto, y las farmacéuticas que la venden a médicos privados.
Al pediatra le preguntamos además sobre los demás síntomas que hemos observado. Resultó todo normal. La bebé está creciendo a buen ritmo: cuatro centímetros más desde la última vez que la midió, y subió un kilo doscientos gramos, para totalizar un peso de 5.9Kgs.
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