9 de enero de 2010

¿Qué estamos festejando?

¿Por qué estamos reunidos?, ¿Qué estamos festejando?; preguntó mi suegro y fingiendo que cuestionaba se dirigió a algunas de sus nietas: Mary (pausa), a ver Ximena (pausa) -¿Pssss para pasar juntos la navidad?, respreguntó la última interrogada. Estamos aquí para festejar el nacimiento de Jesús, amonestó, no debe olvidársenos que él es nuestro principal invitado esta noche. Continuó echando más choro relimareador, y luego pidió que una de sus hijas leyera un texto relículo que terminaba con una oración bastante patética en la que tras una frase que la lectora hija leía todos los demás asistentes respondían en voz alta: "ruega por nosotros" o "ten piedad de nosotros" o "te rogamos señor" aunque no recuerdo muy bien.

Ahora bien, mi suegro es un señor de setentaypico de años y es más o menos corajudo, fue un padre autoritario de nueve hijos por lo que está acostumbrado a enfrentar y mandar y a que le obedezcan. Por mi parte, yo no iba a buscar pleito ni a trasgredir sus rituales familiares ni a ocasionar ningún infarto así que callé y no dije lo que pensaba sobre sus costumbres, ni sobre mis motivos para estar ahí, ni sobre lo ofensivamente estúpida que me pareció la oración. Y de hecho, sé que si me hubiera preguntado a mí directamente que porqué estábamos reunidos, hubiera sido condescendiente y le hubiera regresado la palabra educadamente con alguna frase del tipo: "usted parece tenerlo clarísimo, por favor instrúyanos" o algo por el estilo. De modo que aún cuando no respeto en lo más mínimo sus creencias católicas, respeto la convivencia desa familia, respeto las canas de mi suegro, y sobre todo respeto el deseo de mi amada de estar armoniosamente con ellos y el amor que todos le demuestran a ella a su vez, así como a nuestra hermosa Loana.

Tras leer sensatísimos argumentos de Savater tengo la convicción de que las ideas de alguien no son ese alguien, es decir, que mi falta de fe no soy yo, y que la fe de mi suegro no es mi suegro. O por ponerlo de otro modo, intentar demostrarle a otro que se equivoca, que por ejemplo es insensato intentar cruzar la Avenida Insurgentes cuando los autos tienen el siga y los peatones el alto, o bien pretender derrumbar la creencia de que es buena idea aventarse de cabeza del tercer piso, no equivale a hacerle daño físicamente al otro, no es igual que darle un pellizco o una cachetada o un plomazo. Por presentar argumentos que invaliden o descarten las creencias de alguien más, no estoy invalidando o descartando a la persona en sí, sino sólo a las ideas que considero inválidas o descartables de esa persona. Y por supuesto, puede haber otros argumentos que dejen en la lona a los míos, sin que por ello yo me lo tome personal ni quiera hacerle daño físicamente o dejarle de hablar a quien invalidó mis ideas.

Pero la cosa no funciona así para la mayoría de las personas religiosas, "herir las convicciones" de mi suegro podría ser tomado como una afrenta y una falta de respeto, así que supongo que por eso fue, es y será mejor callar diplomáticamente. En cuanto a mí, yo estaba ahí porque las oportunidades de convivencia y cena rica junto con otras personas (entre las cuales, además, las dos humanas a las que más amo), en un ambiente festivo, creo que deben aprovecharse y disfrutarse.

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