Dos actores o agentes se encuentran en un intercambio mercantil. Esto ocurre una y otra vez, con socios cambiando, rotando, o de otro modo variando con un patrón impredecible. Aquellos que pueden beneficiar mejor a otros pueden pedir más a cambio; aquellos que pueden acumular más de los beneficios que los intercambios ponen a su disponibilidad pueden devengar más a cambio. Ya que esos dos diferenciales entre aquellos interpretando los roles del comprador y el vendedor existen, surgen resultados diferenciados. Puesto que tener mayor riqueza confiere más ventajas, las diferencias se agrandan firmemente. Con el tiempo, por lo tanto, emergen personas que ganan sustancialmente más y personas que ganan sustancialmente menos. Puesto más formalmente, tomadas juntas las proposiciones uno, dos y tres, explican el hecho por el cual las economías de mercado subvertirán la equidad ya sea combinadas con la empresa pública o privada:
- Las personas tienen habilidades diferentes para beneficiar a otros y para acaparar las ganancias derivadas de la eficiencia de los intercambios mercantiles.
- Como establecimos el capítulo anterior, ni mayores habilidades innatas o aprendidas para beneficiar a otros ni para acaparar beneficios para uno mismo le dan al más capaz ningún derecho moral a una mayor porción de los beneficios nacidos de la cooperación económica. Sólo un mayor esfuerzo o sacrificio amerita mayores recompensas. Pero de hecho...
- Los mercados permitirán a aquellos con mayores habilidades de cualquier tipo cosechar mayores recompenzas económicas de las que recibirán aquellos con menores habilidades, incluso si aquellos con mayores habilidades ejercen menos esfuerzo y sacrificio. (Y cualquier esfuerzo para equilibrar esto con políticas impositivas contrarrestará la proclamada eficiencia de los mercados).
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