14 de enero de 2010

Cuidados y desaceleraciones

A dos meses y quince días de haber recibido de lleno en nuestras vidas a Loana, mi dulce compañera y yo estamos agotados, adoloridos de las articulaciones y la espalda, y algo frustrados por nuestra incapacidad para atender-cuidar-y-dar-cariño a nuestra amada cría y seguir al mismo tiempo como si nada con el resto de nuestras demás actividades. Mi musa ha avanzado poco en su trabajo y está preocupadona, y eso que desde que yo llego del trabajo la relevo y ella queda libre para acelerar sus actividades laborales, y claro, mientras tanto yo dejo de leer y de hacer proyectos personales.

Por supuesto que también la disfrutamos mucho. Bien sur, de momento queremos seguir siendo directamente responsables de su cuidado. Y of course, dentro de no mucho empezará a ir a la guardería, con lo que mi compañera podrá meter el acelerador a fondo en sus actividades remunerables, mientras que yo seguiré pasando gran parte de mis tardes con nuestro delicioso retoñín.

De cualquier modo, es una experiencia que sólo viviré esta vez, y por la que bien vale la pena desacelerar en otras áreas de mi vida. No me gustaría voltear hacia el pasado en quince años y encontrarme irreversiblemente con que no compartí mi tiempo con la única hija que voy a tener en la vida, prefiero saber que viví algo increíble e irrepetible a su lado, y seguro que para ese entonces todavía podré escribir un libro, o volver a practicar piano, o leer y leer por horas y horas de tardes y tardes mientras envejezco tranquilamente.

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