Pero la adopción generalizada de la tecnología digital para uso de aquellos que no entienden los principios de su operación, mientras que aparentemente consiente el amplio empleo metafórico del término "software", no nos permite de hecho ignorar a las computadoras que están ahora en todos lados por debajo de nuestro tejido social. El movimiento de lo analógico a lo digital es más importante para la estructura de las relaciones sociales y legales que el más famoso aunque menos seguro movimiento del estatus al contrato [5]. Estas son malas noticias para aquellos pensadores legales que no lo entienden, razón por la cual tantas pretensiones de entender siguen tan floridamente acontenciendo. Potencialmente, sin embargo, nuestra gran transición representa muy buenas noticias para aquellos que pueden convertir esta tierra recién descubierta en propiedad para ellos mismos. Razón por la cual los "dueños" contemporáneos del software impulsan y alientan con tanta fuerza la ignorancia de todos los demás. Desafortunadamente para ellos - por razones familiares para los teóricos legales que no han entendido aún como aplicar su lógica tradicional en este campo - el truco no funcionará. Este ensayo explica por qué [6].
5. Ver Henry Sumner Maine, 1861. Ancient Law: Its Connection with the Early History of Society, and Its Relation to Modern Idea. First edition. London: J. Murray.
6. En general me disgustan las irrupciones de las autobiografías en las publicaciones académicas. Pero puesto que tengo aquí el triste deber y el enorme placer de desafiar las calificaciones o la buena fe de casi todo el mundo, debo permitirme una evaluación propia. Estuve expuesto por primera vez al arte de la programación de computadoras en 1971. Empecé a recibir ingresos como programador comercial en 1973 -a la edad de trece- y lo hice, en una variedad de servicios de cómputo, ingenierías computacionales, y empresas multinacionales de tecnología hasta 1985. En 1975 ayudé a escribir uno de los primeros sistemas de e-mail de los Estados Unidos; a partir de 1979 estuve involucrado en investigación y desarrollo de lenguajes avanzados de programación de computadoras en IBM. Estas actividades hicieron posible económicamente para mí el estudiar las artes de la erudición histórica y de los artificios legales. Mis ingresos eran suficientes para pagar mis clases, pero no - para anticiparme a un argumento que harán más adelante los enanos economistas - porque mis programas fueran la propiedad intelectual de mi empleador, sino porque hacían que el hardware que mi epleador vendía funcionara mejor. La mayor parte de lo que escribí fue efectivamente software libre, como veremos. A pesar de que subsecuentemente hice algunas contribuciones técnicas insignificantes al movimiento por el software libre que este ensayo describe, mis actividades principales en su beneficio ha sido legales: He servido por los pasados cinco años (sin un salario, naturalmente) como asesor jurídico general de la Fundación para el Software Libre.
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