En el trabajo, mientras que por culpa de la computadora estoy idle durante algun proceso, como cuando estoy subiendo mis cambios al repositorio de software, o cuando debo esperar a que cargue alguna página un poco pesada, o que regrese la conexión, o que se guarde remotamente un archivo, o que me entreguen algún cambio que requiero para seguir desarrollando, he estado viendo la serie Rome, de HBO, BBC y Rai Fiction. Y me ha pasado algo muy curioso, cada que sale un infante o un niño chiquito en pantalla, me enternezco y pienso inmediatamente en mi Loana.
Antes yo era por lo general indiferente a la aparición infantil en escena, es más, el hecho de que saliera un bebé me parecía una parte más o menos irrelevante de la escenografía, algo que podía eliminarse fácilmente del guión sin que hubiera mayores repercusiones en la historia, y probablemente sí, así sea; pero ahora los niños tienen un peso mucho mayor en mis catarsis; y la escena que presencian los pequeños se me aparece con otros factores y otro balance, me angustia más una escena angustiante si en ella además aparece un infante observándola desde dentro. Estoy seguro de que si ahora viera nuevamente la de La vida es bella, por ejemplo, me pegaría mucho más y me haría llorar por horas y horas. Ahora veo los ojotes abiertos de algún bebé, o el llanto de un pequeño, y splash, me sumerjo en la ternura, la compasión, las ganas de reconfortar y ayudar a esos chamacos.
Concluyo que tengo un fuerte instinto maternal...
13 de agosto de 2010
Cuando entra en escena un niño
Etiquetas: reflexiones - Publicó persona.vitrea a las 09:00
No hay comentarios.:
Publicar un comentario