26 de agosto de 2010

Los dos primeros capítulos de El valor de educar

En el primer capítulo de El valor de educar, titulado El aprendizaje humano, F.S. habla sobre esa diferencia entre humanos y animales que tiene que ver con "el principio de ignorancia", es decir, un animal imita a sus semejantes y en unos seis meses a lo mucho ya tiene todas las habilidades básicas que un miembro de su especie debe tener, ya tan sólo le falta tamaño y fuerza para ser un perfecto representante de su tipo. Por lo general el animal aprenderá todo rapidísimo, pero al poco tiempo dejará de aprender, o al menos al ritmo inicial. Por su parte el niño humano desamparado, en comparación con los animales aprende super lento, pero llegado un punto no sólo sus habilidades siguen surgiendo y apareciendo, sino que un ser humano puede aprender nuevos trucos toda su vida, a buen ritmo. Pero esa no es la verdadera diferencia, la verdadera diferencia radica en que un adulto del grupo, sabiendo que sabe, y que los menores ignoran eso que él sabe, se decida a enseñarle a los neófitos dicho conocimiento. Los demás animales aprenden observando a sus mayores, Pero los humanos enseñan a sus semejantes, menores, mayores, de la misma edad, etc. Los humanos también aprenden por observación del ejemplo de los demás miembros de su comunidad, pero el aprendizaje también se da gracias a la enseñanza que se transmiten voluntariamente unos a otros.

El segundo capítulo se titula Los contenidos de la enseñanza, y ahí menciona a los griegos con su "educación" e "instrucción", donde se suponía que la educación tenía que ser dada por un miembro de la familia, mientras que la instrucción tendría que ser parte de la enseñanza formal, llevada a cabo por profesores e instructores externos. Y habla de la agenda vergonzante de las escuelas de la actualidad, etc. El próximo post de lecturas, los escribiré de los siguientes dos capítulos.

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