Loana ya tiene nueve meses y no sabe gatear, eso porque no le ha hecho falta para nada, con que pegue de gritos y amenace de imparable llanto, quien sea que ande cerca la carga y arrulla o apapacha y así mi pequeña puede moverse por la casa sin siquiera tener que usar sus propias fuerzas. Cuando está en su andadera se mueve por todo el departamento, es demasiado fácil porque tiene rueditas bastante bien lubricadas. Pero cuando se trata de hacer un esfuerzo, cuando se supone que debe ir a recobrar algún juguete puesto a una distancia gateable a modo de carnada, termina desesperándose y echándose de ladito mientras pide con no poca insistencia estar en brazos. Total que está super consentidota mi beba.
Ahora bien, el hecho de que no gatee, a su mami y a mí nos preocupa algo, porque según esto es un ejercicio que le va a redituar muchísimas ventajas. Pero tampoco queríamos ponerla a gatear en el piso de marmol, duro y frío del departamento, y los intentos en la cama si bien fueron alentadores también eran arriesgados: no fuera a ser que impulsándose en una de esas fuera a parar al piso y darse un golpe... Todo se solucionó ayer cuando finalmente le compramos unos tapetitos de fummie, o esponja dura, ensamblables, en los cuales la pondremos a jugar y en los que esperamos enseñarle a gatear... Es contradictorio, sabemos que a mayor movilidad mayor riesgo de que destruya todo lo que le quede a la mano, y de que se trague algo indigerible, etc, pero es indispensable que empiece a andar (gatear) ese camino.
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