Los días de dependencia completa, al menos para desplazarse, de Loana, están terminando. No sólo ya gatea y se rueda, sino que ahora ya se para, se sostiene erecta durante un buen rato, y si tiene algo en qué apoyarse camina solita, siempre tomada del apoyo. Está muy grandota, mide 80 centímetros, lo que hace que no tenga yo que agacharme tanto para ayudarla a caminar. Come bien, alega un montón, es berrinchuda y sonriente, traviesa, coqueta y demandante (En resumidas, es un amor).
Por otro lado, ya descubrimos de donde aprendió nuestra cría a decir (ar)aña, y es que en casa de sus abuelos maternos pusieron para halloween unos monos que reaccionan con ruidos fuertes, de modo que al dar un aplauso cerca de ellos, estos hacen alguna gracia. El mono preferido de Loana, es una arañota negra con ojos iluminados verdes que en cuanto suena un aplauso cerca della, se descuelga de donde está en caída libre por cincuenta o sesenta centímetros, y luego empieza a subir por un hilo de nilon moviendo sus patas hacia arriba y hacia abajo. Tanto sus tías como su mamá como sus abuelos como yo, la hemos acercado y señalando al bicho autómata hemos pronunciado la palabra a-ra-ña.
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