El domingo pasado cumplí trece semanas de no fumar. O sea que en el post anterior que toqué el tema y dije que llevaba ya tres meses, estaba siendo un poquito inexacto, porque recién había cumplido nueve semanas (jejeje, lo mido en semanas, como un embarazo). La cosa es que ya no me cuesta nada de trabajo y ya no estoy contaminando mis pulmones activamente. No usé parches ni chicles de nicotina, no fui a ninguna clínica ni sesión de hipnosis, no me llenaron de agujas los acupunturistas, no tomé ningún té ni enjuague bucal, no aposté con nadie ni establecí ningún compromiso ni meta. Nomás, un día, me dije, no sin cierto asco: "este fue el último".
Claro que para cuando me sucedió (pasivo de mí), ya le había bajado a un cigarro diario, que si lo hubiera intentado dejar cuando fumaba 20 al día hubiera fracasado miserablemente; pero ese descenso no iba encaminado a dejar de fumar, al menos no de modo conciente. En realidad yo soy un promotor de la moderación voluntaria, de modo que uno pueda disfrutar de la sustancia o el placer que más le plazca, de manera responsable, con frecuencia pero sin detrimento para con otras áreas de la propia vida. Mi plan era ser fumador toda la vida, o tal vez hasta los setenta o setentaycinco, pero echarme un cigarrito diario nadamás, y tal vez algún eventual abusirijillo de tres o cuatro pitillos en fiestas o reuniones sociales; pero me enfermé de tos, y me duró tres meses, y me preocupó, y dejé de fumar y se me quitó, y ya no volví a echarme un cigarro desde ese entonces.
Es curioso cómo los que dejan el tabaco se vuelven moralistas y condenan como estúpidos a quienes siguen disfrutando de fumar. Yo no, a mí me parece que está bien fumar, que no necesariamente termina en un cáncer terminal o en un enfisema, que hay personas que llegan a viejas fumando como chacuacos, etc. Son cuestiones estadísticas, igual un porcentaje de los conductores mueren accidentados, y no por eso se juzga a los que van tras un volante como si fueran estúpidos inconcientes, etc.
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