He estado leyendo el último libro que salió con textos cortazarianos: Cartas a los Jonquières. Obvio, sólo es la parte de la correspondencia escrita por Julio, porque las cartas de sus interlocutores, Eduardo y María, no fueron conservadas. O tal vez sí, y próximamente salga también un libro de Respuestas de los Jonquières, que cierre el círculo. Obvio también, a pesar de haber sido escritas por un MAESTRO de la talla de Cortázar, son cartas a un amigo, así que si bien en algunas llega a ser, como era su costumbre, divertidísimo y poético, en gran parte también se trata de asuntos mundanos, monetarios, de salud, de familia, etc; y no tienen la calidad literaria que tuvo por ejemplo Rayuela, libro cuidadísimo y magnífico.
Sin embargo, lo atractivo desta media correspondencia es también asomarnos a la vida privada del autor, a su propia visión de su vida, y cómo lo plasma y trasmite a una persona querida y a la cual no tiene intenciones de ocultarle nada. Es interesante cómo entre ellos no se andaban con falsas modestias, podría pensarse que Julio es un exponente más de la arrogancia argentina tan mentada acá en México, país de agachones y exageradamente humildes. Recuerdo que cuando iba en la prepa, mis otros dos compañeros del salón y yo, habíamos hecho una serie de premisas entre las cuales la primera era "Yo soy bien cabrón". Y claro, nos lo decíamos y todo, y creo que ahora mismo seguimos creyéndolo, pero al momento de vendernos en el mercado laboral muchas veces nos lo hemos creído a medias o menos. En su correspondencia Julio no se anda con humildades, y eso me gusta.
Con esta lectura me han brotado unas ganas de escribir correspondencia. Y claro, como en la actualidad es vía mail, será instantánea, y no sólo eso, tendré guardado tanto las respuestas que me manden, como mis propias cartas... O bien, podría hacerle como Thomas Jefferson, escribir sobre papel, pero manteniendo una copia de mis propios textos, y usar el buen viejo correo. Ya veremos en qué acaban estas nuevas ganas de escribir correspondencia (otras ganas recién surgidas son las de escribir alguna novela, nada complejo ni complicado, una historia sencilla y breve, pero desarrollada medianamente).
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