Estoy contento en mi trabajo, tengo retos cotidianamente, intelectualmente es divertido, mis compañeros de trabajo también son mis amigos, aprendo mucho y aplico lo aprendido (con lo que es más difícil que se me olvide), en caso de olvidar algo sé donde buscar las referencias que me ayudan a recordar, o también puedo preguntar, mi horario es sensato, no me exigen quedarme hasta morir como en la estúpida empresa anterior (que tengo entendido que ya quebró), lo que hago sale al aire bastante rápido y lo visitan seiscientas mil personas mensuales (en un sólo sitio web, si le sumamos los demás mi trabajo es visto por casi dos millones de personas mensualmente), siguen fluyendo nuevos proyectos y doy mantenimiento a los viejos, etc.
De momento no me han caido freelances, o bueno, me han solicitado cotizaciones pero nada se ha concretado. Me doy cuenta de que tengo otros dos trabajos, o bueno, actividades arduas y continuas que requieren constancia y dedicación: cuidar a Loana, y el blog. Cuidar a Loana es cansadísimo, está chiquita pero requiere toda mi atención, el otro día me descuidé cinco minutos y ya se estaba comiendo unas crayolas... Me gusta, sin embargo, hay un montón de recompensas sentimentales: por ejemplo, que se me acerque y me diga papá, y me tome un dedo y me lleve a ver algo que le llamó la atención o a ponerle un video de youtube, cuando sé que somos poquísimos los que gozamos de ese privilegio (e.g. no se le acerca así ni a mi papá, ni a su abuelo materno), o que me llore cuando me voy, o que cuando llega alguien a quien conoce poco, se esconda detrás de mi pierna, me la abrace, y se asome toda chiveada pero sabiéndose protegida por mi presencia, son todos resultados de estar ahí con ella, cuidándola, dándole de comer o cenar, haciéndo su biberón, arrullándola, y eso refuerza mi creencia en la presencia. La presencia en las relaciones interpersonales es crucial, estar ahí siempre que pueda. Y el Blog, ah el blog, pues el compromiso de escribir a diario, de echarme desde media hora hasta un par de horas frente a la pantalla para decir algo... Cuando uno está agotado por haber estado cuidando a su beba, sentarse a escribir puede representar un esfuerzo sobrehumano, y sin embargo lo hago, lo quiero hacer, lo quiero seguir haciendo, y por supuesto, lo seguiré haciendo... Claro, a veces no lo logro según mi agenda pero enmiendo ese mismo día, así que tengo cuatro trabajos, dos diurnos (programar software en la oficina y cuidar a Loana) y dos nocturnos (los proyectos freelance y el blog).
A veces me gustaría tener tiempo para más cosas, para la música, para la poesía, para pedir mi crédito del infonavit, pero de momento estoy hasta el full. O bueno, quizá ahora que carezco de freelances haga algo, ya veré.
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