3 de marzo de 2011

Una guia para los sin Dios: C2-Propósito (5 de 10)

Una interpretación equivocada de la teoría de la evolución de Darwin va así: La supervivencia del más apto lleva con el tiempo al progreso. Surgen nuevas especies que son mejores que aquellas a las que superan. La especie humana es la culminación de este progreso evolutivo. Por lo tanto, la especie humana es el propósito de la evolución. Sin embargo, esta interpretación de la evolución es falsa. La evolución no va hacia ningún lado. Cualquier intento de ver a la civilización humana como el propósito de la evolución es científicamente improductivo. Los organismos individuales superan a otros en variados ambientes, y algunos individuos son más exitosos pasando su material genético que otros. Eso es todo. Cambio, sí; aumento en la complejidad, frecuentemente; pero propósito, no.

Richard Dawkins, un reconocido defensor contermporáneo de la teoría de la evolución de Darwin y autor de El Gen Egoista, escribe:

Nosotros los humanos tenemos el propósito en el cerebro. Nos parece difícil ver cualquier cosa sin preguntarnos "para qué" es, cual es el motivo por el que existe o cual podría ser el propósito detrás de el. El deseo de ver propósitos en todas partes es algo natural en un animal que vive rodeado de máquinas, obras de arte, herramientas y otros artefactos diseñados --un animal, además, cuyos pensamientos al despertar están dominados por sus propias metas y objetivos. Aún cuando un coche, un abre latas, un destornillador y un trinche todos legítimamente permiten la pregunta "¿Para qué es?", el simple hecho de que sea posible formular una pregunta no hace que sea ligítimo o sensato hacerlo... Las preguntas pueden ser simplemente inapropiadas, independientemente de cuanto apego tegamos por su marco de referencia. (Dawkins 1995:81)

Al vivir en un mundo tecnológico, un mundo de herramientas sofisticadas para propósitos humanos, los seres humanos leerán naturalmente "propósitos" en sus interpretaciones del mundo. Así, proyectar este marco de referencia sobre el mundo les parecerá natural. Aún así, la pregunta, "¿Cuál es el propósito de vivir?" no es legítima, no está bien formulada, ni es fructífera.

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