11 de mayo de 2011

Hace rato que ya no fumo

El próximo domingo cumpliré 37 semanas sin fumar (si fuera un embarazo estaría a punto de parir). A estas alturas ya ni me pasa por la mente echarme un cigarrito ni nada por el estilo. Fue curioso, cuando decidí que ya no fumaría un cigarro más, me esperaba necesitar amarrarme a una cama por algunas semanas, tener que pegarme cientos de parches y masticar miles de chicles; me veía, en el futuro inmediato, convenciéndome súper angustiado y sudoroso de que "sólo por hoy", pero no fue así. Sí, se me antojaba, pero como cuando se me antoja un sandwich de jamón, igual puede esperar, o ser sustituido por una manzana, y eso no me quita la tranquilidad ni la cordialidad hacia mis semejantes. De hecho fue fácil. Pero fue fácil porque ya había logrado controlar al cigarro. Es decir, ya había conseguido bajarle de 20 a 25 cigarros diarios, a uno o dos, cuando mucho tres.

Ahora bien, yo soy un promotor de la moderación voluntaria y no de la abstinencia, creo que uno debe poder consumir lo que le plazca y controlarlo; una vez conseguido el control, se tiene automáticamente derecho a ese consumo según las propias reglas. Y no hablo de derecho legal, sino de facto. Entonces, ¿por qué dejarlo definitivamente? Por la tos. Antes de dejar el tabaco me dio tos, me duró cerca de dos meses, un día en particular que me dio migraña, tosía y a cada tosida me daba una punzada en la cabeza. De modo que me enfrenté a mí mismo, me cuestioné ese argumento según el cual esa tos era meramente irritación en la garganta y nada pulmonar, me pregunté "¿y qué tal si ...?", y puse en lugar de los puntos suspensivos toda clase de escenarios tétricos y dolorosos, y entonces me dio un poco de miedo. Una noche, me fui al único lugar de casa donde teníamos derecho a fumar, prendí un cigarro, a la mitad me dio asco, lo apagué y me dije sin más ceremonias ni preparación:"ya estuvo, ni uno más", y lo cumplí. Ahora debería empezar a hacer ejercicio y a alimentarme mucho menos.

Esto me recuerda una metáfora que mencionó un amigo en un Vips cuando yo todavía era fumador de peso completo y cuando el gobierno del defe estaba empezando a poner en práctica la ley antitabaco que prohibía fumar en los restaurantes y bares: "las áreas de fumar en los restaurantes son como áreas de mear en las albercas". Sigue pareciéndome deficiente por la densidad del aire comparada con la del agua: en el aire con un ventilador puedes generar una barrera que se lleve al humo antes de que contamine el aire de otros comensales, mientras que en el agua no. Y eso que ya no fumo, o sea que ya no tengo ningún interés en que haya áreas de fumar en los restaurantes. En fin, de cualquier modo ese amigo me dejó de hablar hace casi dos meses, es una lástima.

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