26 de mayo de 2011

Matando al Buda (2 de 6)

Hablar del "budismo", por lo tanto, comunica inevitablemente un sentido falso de las eseñanzas del Buda a otros. Así, mientras mantengamos un discurso en tanto "budistas", garantizaremos que la sabiduría del Buda hará muy poco para informar al desarrollo de la civilización en el siglo veintiuno.

Peor aún, la continua identificación de los budistas con el budismo otorga un apoyo tácito a las diferencias religiosas en nuestro mundo. En este momento de la historia, eso es moral e intelectualmente indefendible, especialmente entre los occidentales ricos y bien educados que tienen la mayor responsabilidad por la difusión de las ideas. No parece una gran exageración decir que si estás leyendo este artículo, estás en una mejor posición para influenciar el curso de la historia que casi cualquier persona del pasado. Dado el grado en el cual la religión aún inspira los conflictos humanos, e impide la genuina indagación, creo que ser meramente un auto-proclamado "budista" es ser cómplice a un grado inaceptable de la violencia y la ignorancia del mundo.

Es cierto que muchos exponentes del budismo, más notablemente el Dalai Lama, han estado extraordinariamente dispuestos a enriquecer (e incluso restringir) su visión del mundo gracias a diálogos sostenidos con la ciencia moderna. Pero el hecho de que el Dalai Lama se encuentra con regularidad con científicos occidentales para discutir la naturaleza de la mente no quiere decir que el budismo, o el budismo tibetano, o solamente el linaje del Dalai Lama, no esté contaminado con dogmatismos religiosos. De hecho hay ideas dentro del budismo que son tan increhíbles como para hacer que el dogma de la virgen paridora, en comparación, parezca plausible. Nadie gana con un modelo de discurso que trata nociones previas a cualquier alfabetización como partes integrales en nuestro discurso que evoluciona sobre la naturaleza de la mente humana. Entre los budistas occidentales, hay hombres y mujeres con estudios universitarios quienes al parecer creen que el Gurú Rinpoche nació de hecho de una flor de loto. Ese no es el parteaguas espiritual que la civilización ha estado esperando por todos estos siglos.

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