10 de mayo de 2011

La especie les debe todo

Cuando mi musa se embarazó de Loana, pasó por todos los cambios hormonales y los malestares habidos y por haber, y yo, por supuesto, inexperto absoluto, no entendía nada, no apoyaba como debía, me impacientaba y nos peleábamos. Pensaba que las nauseas eran cosa de las mañanas, o ataques repentinos, pero a mi compañera le dieron permanentemente, desde el amanecer hasta el amanecer, sin tregua, por más de tres meses seguidos.

En el segundo trimestre, en el que se suponía que todo debía de mejorar y la alegría y la ilusión embargarían a mi amada, solamente se suspendieron las nauseas, pero el cansancio, la hinchazón de piernas, y el calor, hicieron que tampoco fuera un periodo agradable. El último trimestre la panza era ya tan grande y estorbosa, y Loana tan exigente, que mi musa no podía dormir más que de lado, pero sólo un lado, y después de un rato se le entumía todo el costado y tenía que sentarse, levantarse, y el sueño se le redujo a unas dos o tres horas por noche. Total que irritabilidad, frustración y desesperación fueron la norma.

De modo que aún cuando se vende la idea del embarazo como un periodo agradable y lleno de ilusiones, incluso si así es para algunas mujeres, o hasta para la mayoría, mi amada no la pasó nada bien.

Por si eso fuera poco, el día en que Loana vino al mundo, a mi compañera la prepararon para cesárea pero la anestesia no le hizo efecto; así que se tuvo que aguantar el dolor de que le acuchillaran el vientre y sacaran a nuestra cría, y le cosieran, y la llevaran a la sala de maternidad correspondiente. Valió la pena, nuestra beba es la alegría de nuestras vidas, y mi musa es la más heroica y valiente y fuerte e inspiradora de las musas del mundo.

Tan valió la pena que ahora ya viene en camino la siguiente cría, y mi hermosa esposa ya lleva con orgullo su nueva panza, y padece estoicamente todos los malestares que, no por ser la segunda vez son menores. Creo por lo tanto que las mamás son tan pero tan fuertes, tan pero tan valientes, que merecen la admiración y el mayor de los respetos por parte de todos los hombres del mundo. ¡Felicidades mamá de mi hija!, ¡Felicidades mamá!, ¡Felicidades mamás!

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