23 de mayo de 2011

Una guia para los sin Dios: C3-Muerte (4 de 14)

El universo ha existido por cerca de quince mil millones de años. Por casi todos esos quince mil millones de años aún no existíamos. Ese hecho no nos perturba. Ni tampoco amenaza ese hecho con quitarle el sentido a nuestras vidas. Así pues, ¿porqué debería su sentido ser amenazado por el hecho de que el universo seguirá su curso por miles de millones de años después de que dejemos de existir? En su De la naturaleza de las cosas, Lucrecio (c.99 - c.55 A.C.), un discípulo de Epicuro, le recordó a sus lectores:

Piensa también cómo es que la antiguedad pasada durante el eterno tiempo antes de nuestro nacimiento no fue nada para nosotros. La naturaleza, por lo tanto, sostiene esto mismo frente a nosotros como un espejo del tiempo por venir después de nuestras muertes. ¿Hay algo en ello que se vea aterrador, algo que se vista con el aspecto de la penumbra? ¿No es más fácil que cualquier sueño? (Lucrecio 1940:134)

Pensemos en cuan rápido parecieron pasar esos quince mil millones de años. Ni siquiera los notamos, esos años; no estabamos ahí para notarlos. Cientos de miles de millones de años después de nuestras muertes pasarán igual de rápido para nosotros. El sentido, y lo valioso de nuestras vidas no han sido destruidos por los quince mil millones de años de inexistencia antes de nuestro nacimiento. ¿Porqué debería ser destruido el sentido de nuestras vidas por los miles de millones de años de inexistencia posteriores a nuestra muerte?

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