Ahora que pasaron unos días siento que haber aplicado la censura fue una acción ligeramente radical. Dicen que cuando en un foro o en algún debate o blog hacen un comentario troll lo que procede es ignorarlo. Pero también entiendo la mentalidad troll, es decir, si yo quisiera ofender o molestar a gente en una comunidad o grupo, lanzaría mis ataques varias veces antes de darme por vencido. Sin embargo, si alguien, no necesariamente el dueño del blog ni alguna autoridada, incluso otro anónimo, picara el anzuelo y me respondiera, yo seguría intentando llamar la atención por el resto de la eternidad... Así pasó, por ejemplo, en el blog de la plaqueta, que unos cuantos imbéciles se ponían a hacer ataques de lo más patéticos a la ex-estrella bloggera y eran tantos y tan consistentes que ya mejor omitía uno la sección de comentarios. En ese sentido me siento un poco mal de haber respondido al troll con la censura, pero sobre todo con un post. Aunque también, sé que hubo personas que saltaron y estuvieron a punto de contra-atacar con sus propios comentarios al pinchurriento troll pero que no pudieron precisamente porque yo había desactivado ya la opción que les permitía comentar de modo anónimo. Y posteriormente, nadie pudo ver el comentario-troll porque ya lo había yo borrado.
Más adelante me puse a investigar y supe quién fue, y la verdad no me esperaría nada mejor de ese personaje. Tengo ganas de exponerlo, y para ello tengo guardado un debate que llevamos a cabo hace un año, en el que el fulano hizo gala de una total deshonestidad intelectual, y luego lo borró de su facebook por cobarde que es, porque sabía que había mucha tela de donde cortar que lo ponía en evidencia, e incluso creo que por ese mismo miedo fue que lo atrajo el título del post en el que hizo el troll. Quiero escribir aquí en el blog sobre ese debate, excepto que, cada vez que quiero empezar a escribir al respecto me llega a la mente el siguiente fragmento de la rola Al lado del camino de Fito Paez:
No es bueno nunca hacerse de enimgos, que no estén a la altura del conflicto, que piensan que hacen una guerra, y se hacen pis encima como chicos, que rondan por siniestros ministerios, haciendo la parodia del artista, que todo lo que brilla en este mundo, tan sólo les da caspa y les da envidia.
No sé si me llega a la mente porque no está bien hacerme de enemigos que etcétera, o porque yo pudiera ser el enemigo que no esté a la altura del conflicto. En realidad para contestarle bien a su deshonestidad tendría que leer bienbienbien todo Spinoza y todo Unamuno, y aún no termino esa tarea, tal vez en unos años yo esté tan a la altura que lo aplaste, de una meada, mientras tanto prefiero mantener el low profile. Lo que sí, es que yo no envidio para nada su miserable vida.
Me despido dejándoles la canción del Fito:
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