21 de septiembre de 2011

La concesión ampliada

En este post pensaba hablar por primera vez de la concessio, una estrategia discursiva que describe Umberto Eco en A paso de cangrejo, pero ya hablé de ella en otro post.

Sin embargo, puedo ahondar: se trata de una estrategia en la que el orden de las partes influye definitivamente en el resultado. Por ejemplo, supongamos que hay 10 razones para considerar a los musulmanes seres violentos y sin escrúpulos, así como 10 razones para considerarlos seres sensatos y honestos, entonces, si lo que uno quiere es resaltar la parte negativa se empieza haciendo una concesión, por ejemplo: sabemos que los musulmanes son personas racionales y emprendedoras, que les gusta el comercio y la negociación, que son honorables y honrados y cumplidos, es más, algunos de mis mejores amigos son musulmanes, pero, también sabemos que son despiadados y maltratan a sus mujeres, que le dan un valor nulo a las niñas, que debido a su religión tienen una cruzada (ellos le llaman jihad) permanente contra los infieles (quienes no son musulmanes), que según su ley religiosa deben vengar cualquier afrenta a su familia con sangre, así que por lo mismo yo no dejaría a mi hija casarse con uno de ellos.

En realidad, esa frase de "algunos de mis mejores amigos son [judios/negros/musulmanes/gays/marihuanos/etc] pero yo no dejaría que mi hija se casara con uno de ellos (o mi hijo se juntara con uno de ellos)", es una frase usada en la actualidad por los intelectuales gringos, de modo sarcástico, para burlarse de la intolerancia falsamente moderada de ciertos grupos e individuos, pero también es un tipo de concesión.

La idea de todo esto es que, si se invirtiera el órden, si se pusieran las 10 razones positivas al final, esas son aquellas que se quedarían en la conciencia del lector, y son por las que finalmente uno está abogando mientras que las primeras sólo fueron un modo de "empatizar" con el contrincante de debate momentáneamente antes de soltar el golpe. La estrategia de concesión es un poquito deshonesta intelectualmente, porque son los últimos argumentos los que se le quedan al lector ingenuo, y también porque camufla los propios argumentos como si fueran una de las partes en equilibrio de una balanza, hace creer que de hecho se estuviera considerando la posición contraria a la que uno defiende. En realidad si se quiere hacer la exposición de algún tema o alguna idea, lo que procede es ir directo al grano, sin concesiones ni nada por el estilo.

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