El otro día teníamos que despertar a Loana temprano para que yo la llevara a la escuela, pero nuestra beba estaba en calidad de bulto, imposible de despertar, la llamábamos cariñosamente, le movíamos las extremidades, la sarandeábamos suavemente, y nada, de repente se movía para acomodarse de lado, o se quejaba pero no abría los ojitos, y en cuanto la dejábamos tranquila un momento el ritmo de su respiración se volvía el que suele tener cuando duerme.
Su mamá le dijo entonces: "Loana, si te despiertas te doy unas galletas de animalitos"; nada, seguía sin responder, al poco rato y tras seguir insistiendo se me ocurrió cargarla y ponerla en posición vertical, pues así la he despertado en otras ocasiones, y en cuanto la levanté ella aceptó la oferta: "Sí, galletas, animalitos", con lo que nos dimos cuenta su mamá y yo que había escuchado perfectamente el ofrecimiento materno, y que ante la inevitabilidad de tener que despertar le había sacado jugo al trato. Nos enternecimos mucho, nos pareció un detalle hermoso más de nuestra cría que aprende y aprente, repite y repite palabras y sonidos, y está súper despierta. Amo a mi engendrita, y me encanta verla crecer.
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