6 de septiembre de 2011

Materia de comentarios

Ayer, un amigo que en lugar de procrear y educar a sus propios chamacos me vino a querer educar a mí, simplificó a un grado absurdo mis dilemas cotidianos.

"Te quejas de dormir poco, de falta de tiempo para generar más ingresos que necesitas, ya no digamos para escribir. Además confiesas culpablemente llegar tarde todos los días a la oficina."

¿Me quejo?, si de algo me quejo es de no tener más tiempo o energía para hacer más cosas, no de dormir poco. Me falta tiempo para generar más ingresos y escribo menos de lo que quisiera sí, pero porque decido asignar mis horas a varias prioridades como: a) pasar tiempo con mi hija, bañarla, secarla, vestirla, cambiarla, jugar con ella y acompañarla mientras ve vídeos de caricaturas que le gustan; b) pasar tiempo con mi musa, ponerle crema en sus cansadas piernas y pies que resisten estoicamente los siete meses de embarazo, conversar con ella, comer, y por supuesto, algunas veces pelear; c) convivir con mi familia política, compartir con ellos, jugar cartas o dominó, platicar, bromear, tomar café, ver cómo los hermanos y papás de mi amada se dejan enamorar por Loana, y le hacen fiestas y le dan el más puro y desinteresado amor del que son capaces; d) convivir con y ser anfitrión de mi familia, mi papá y mi mamá, que desde que nació Loana nos visitan más seguido y juegan con su nieta, y la consienten, y la sacan a dar la vuelta al parque, y le traen flores y le hablan en italiano para que se le vaya acostumbrando el oido, porque después de todo, además de mexicana es italiana y estaría bueno que aprendiera a parlare una delle piu belle lingue del mondo. Todo eso mi amigo ni se lo imagina porque tiene su vida solitaria, egoísta y ensimismada, repleta de actividades artísticas o productivas, y en sus momentos de generosidad se pone de metiche.

Luego de su resumen ultra-preciso de mi situación, mi antiguo camarada de departamento (porque a pesar de comentar como anónimo sé quien es) me reclama lo siguiente:
"Sin embargo te la pasas viendo pinchis películas que no valen nada, releyendo novelas y otras ficciones, y ahora jugando videojuegos."

Es decir que sí, para mí, para escribir, para cultivarme, para leer, para ver películas, tengo de las 00:30 a las 03:00, periodo de dos horas y media que está fuera de mis verdaderas prioridades, mencionadas más arriba, y en ese tiempo (aunque la verdad, además de al sueño, también le robo un poquito de tiempo a mis tareas oficinísticas) quiero meterlo todo. My bad. Me sorprende, sin embargo, que se catalogue a todas las películas como sin valor, o que se me critique por leer, o por probar (sin posibilidades de volverme adicto) uno o dos videojuegos. Me sorprende, pues, la falta de comprensión por mi deseo de estudiar un lenguaje tan articulado como el audiovisual, independientemente de la calidad de las historias narradas. Me sorprende que no se entienda mi gusto por ciertos escritores y textos, ejemplos para mí de una habilidad magnífica y de una cultura vastísima, cualidades que me encantaría emular. Me sorprende que se me recrimine el jugar, dos o tres veces, como si fuera un adicto al juego y no hiciera otra cosa y perdiera días enteros (y no una o dos horas en la madrugada, o casualmente en la chamba).

Luego, mi cuate, que sabe perfectamente que la forma es fondo, me amonestó: "Cambia, no seas pendejo". ¿O sea que si sigo haciendo lo que hasta hoy he hecho soy un pendejo? Menos mal que ahora lo sé, gracias. Lo bueno es que sólo tengo que cambiar en ese lapso en que hago cosas mías, aunque si me dijera que pasara menos tiempo con mi beba, o con mi compañera, o con alguna de las famiglias, seguro que también tendría tooooda la razón. Que triste es ser pendejo, quédate pendejo.

Más adelante, cuando señalé que criticar mi hábito de lectura era a su vez una pendejada, volvió a comentar:

"Sí, tú no estás para andar leyendo ficción, sino escribiéndola. Y ciertamente no para releer novelas -buenas o malas- sino textos que te hagan más competente en tu trabajo que, estará jodido, pero te permite cuidar de tu familia."

¿Que-que-qué?, ¿o sea que leer y escribir se contradicen?, ¿en lugar de entrar al baño con un libro de mi elección tendría que meterme con mi computadora o con un cuaderno y escribir también ahí?, ¿Y entonces sólo tendría que leer textos sobre programación?, ¿acaso cree mi amigo que porque re-leo Rayuela, no puedo leer how-tos y manuales y tutoriales y documentación en línea en las horas que me pagan por hacerlo, cuando tengo que hacerlo para solucionar algún problema informático? ¿O cuando en casa estoy haciendo algún pequeño desarrollo freelance? No, al parecer todo eso se contrapone incompatiblemente, si leo no puedo escribir, y si leo ficción no puedo leer php, ¿será que si leo de programación eso me va a quitar capacidad para escribir programas? Duh. Y a diferencia de mi amigo, yo no creo que mi trabajo esté jodido, está padre, y estoy al lado de mentes brillantes y de amigos.

Ya al final, y para responder a mi reclamo por su anonimidad (que nunca fue tal, pues reconozco su estilo y sus argumentos, y su moralina) comentó:

"No revelo mi identidad por que no quiero distraerte de lo importante con otro acalorado debate de esos que te encantan para eludirte."

Gracias por pensar en mí, por ayudarme a no distraerme, a no eludirme, no sabes cuanta falta me hace que gente como tú me apoye en eso. Me conmueve que quieras decidir por mí, qué bondadoso, seguramente tendrás muchísimo éxito en el resto de tus relaciones adultas explicándoles en dos líneas cómo vivir sus vidas y adelantándote previsoramente a sus impulsos auto-destructivos. Cheers.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es realmente dificil que alguien tome una crítica y lo sé.

Tal vez nomás quería chingar, perdón.

Saluh!


Atte.

Ya sabes, no te hagas.

persona.vitrea dijo...

No te creas, más allá de mi respuesta tu crítica me dejó pensando, y de hecho quiero mejorar. Sé quien eres, y me da gusto que andes por acá, y me daría gusto que pudiéramos volver a chatiar y a debatir, aunque sea nomás para evadirnos. Un abrazo. Saluh!