Todas las teorías arriba mencionadas, y otras también, describen de hecho verdaderos potenciales humanos. La gente sí tiene la capacidad de desarrollar su racionalidad, sus poderes productivos, su nivel de conciencia, y su habilidad para sentir. Elegir qué potencial desarrollar requiere una evaluación. Debemos valorar nuestras elecciones contra algún estándar independiente que nos indique qué es importante y valioso.
Los humanos tenemos, por nuestra naturaleza, muchos potenciales que no son dignos de desarrollarse. Los seres humanos tenemos la capacidad para acrecentar nuestra fuerza, nuestro peso corporal, el largo de nuestro cabello, y muchos otros aspectos de nuestra naturaleza. Por supuesto, desarrollar cualquiera de los recién mencionados potenciales humanos no le daría sentido a nuestras vidas. Desarrollar algunos potenciales es algo trivial; desarrollar otros en cambio, vale la pena. El punto, aquí, es que siempre estamos haciendo juicios de valor implícitos. Siempre debemos juzgar la importancia relativa de desarrollar un potencial en lugar de otro.
Otro ejemplo: Todos los seres humanos, por nuestra naturaleza, nacemos con el potencial para la muerte. Desarrollando activamente ese potencial podríamos morir más rápido. Sin embargo, creer que morir más rápido hará nuestras vidas significativas es una creencia demente. Morir más rápido no es lo que de verdad importa. Sin embargo, al decir esto, al excluir el morir más rápido de los potenciales humanos dignos de desarrollarse, estamos haciendo implícitamente un juicio de valor.
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