El lunes se cumplen 38 semanas de gestación de Lucas, o sea que en cualquier momento tendré que ir al hospital y estar ahí de guardia hasta que salga alguien y me diga que todo salió bien y que fue niño y toda la cosa. Esta es una de las situaciones para las que definitivamente no quiero prepararme para lo peor, aunque ha pasado por mi mente como un relámpago, pero en fin, la cosa es que por procedimiento estándar del Seguro Social, supuestamente tendrá que ser una cesarea; lo que dejará las siguientes dos semanas después del parto deshabilitada a mi amada, y tendré que estar aquí 24/7 para hacerme cargo. Así que decidí que será buen momento para tomarme mis vacaciones.
Según la chica de recursos humanos de la oficina, me dan dos días por paternidad, el día del nacimiento y el día siguiente; pero (siempre hay un pero) son días calendario, es decir que si mi próximo bebé nace en día festivo o en fin de semana, no me cambian el día por otro: vamos, que si nace en viernes me dan nada más el viernes, si en sábado, no me dan nada, y si nace en domingo me dan solamente el lunes, con lo que estaría genial que se decidiera a nacer en martes o jueves, y mejor aún si naciera a la una de la madrugada (así, en lugar de retirarme a media jornada laboral, no iría a trabajar durante todo el día). Por otra parte, como en julio cumplí dos años de trabajo, tengo 10 días hábiles de vacaciones (14, si tomamos en cuenta los fines de semana), más otros dos que no aproveché el año pasado y parece que sí me los van a dar este año.
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