Siempre había pensado que las muñecas, las bebés de tela y/o plástico entregadas a las niñas, eran una especie de aberración misógino-machista en la que se pretendía educar a las pequeñas para cuidar críos, a sus críos, cuando los tuvieran. Yo lo veía como una especie de inducción tempranísima a la maternidad, como crearles el deseo de tener hijos, para poder cargarlos y arrullarlos y darles su lechita tal y como se hace con esos bebés ficticios que son los/las muñecos/as.
También existen esas otras muñecas aspiracionales como las Barbies, que son un modelo a seguir que nada tiene que ver con la emancipación femenina, pero de este segundo tipo de juguetes no es del que quiero ocuparme en este post.
Así pues, cuando nació Loana me dije que yo trataría de no proveerle ninguno de esos dos tipos de juguete. No le regalaría muñecas tipo bebé porque ser mamá es algo que tendría que decidir cuando fuera adulta, y no basada en juegos de la primera infancia; y no le regalaría muñecas aspiracionales porque prefiero un modelo enfocado en cultivar la inteligencia y la cultura, más que en unos atributos físicos inventados por la estética contemporánea.
Sin embargo, resulta que Loana tendrá dentro de no mucho un hermanito, un bebé como nunca los ha visto, ha visto a niños chiquitos, pero nunca de días de nacidos, y entonces ya no me pareció tan mala idea que le regalaran en su cumpleaños un par de muñecos de bebés recién nacidos para que vaya acostumbrándose a la idea de como son, de que va a convivir con ellos, para decirle que es importantísimo que los cuide, que los tape, que no los tire al piso, que no los maltrate, o que no los muerda ni pellizque.
Todo para que, cuando finalmente llegue Lucas, nuestra dablilla no vaya a cometer alguna maldad que lo lastime. Así que ahora ya no veo con tan malos ojos a las muñecas tipo bebé. Sigo viéndolo mal si no es para acostumbrar a un pequeño o una pequeña a la próxima presencia de un hermanito, pero ese es precisamente el uso legítimo y perfectamente aceptable de ese tipo de juguetes.
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