Hace un mes y medio, más o menos, tal vez un poquito más, a Loana le entró de repente la manía de preguntar porqué a todo lo que le decíamos, y como yo suelo intentar dar una respuesta a cada pregunta, me la pasaba respondiéndole unas cinco o seis veces y creo que era ella la que se impacientaba y/o aburría, porque después del sexto o séptimo "¿y por qué?", ya no volvía a preguntar.
De un par de semansa para acá, sin embargo, su estrategia cambió. Ahora pregunta una sola vez "porqué", y después de la explicación o respuesta que le demos, su siguiente pregunta es "¿pus cómo?", frase que aprendió seguramente en la guardería, y que no me parece de incredulidad sarcástica porque está muy chiquita para eso, ni tampoco me parece una pregunta encaminada a que le explique mejor el funcionamiento de algo... Así que debo confesar que definitivamente no sé qué ocurre en su cabecita. Es más, apenas está entendiendo lo que puede esperar tras preguntar "porqué", y no tanto, de momento, lo que ella puede responder cuando le preguntamos los adultos "porqué".
Una vez, por ejemplo, yo le pregunté "¿por qué no me avisaste que ya habías hecho pipí?", creo, y me empezó a narrar en su lenguaje todavía de bebé, y con lujo de detalles de los que yo captaba apenas una porción, cómo había sido que en la guardería se había desgreñado con otra niña, narración que obviamente nada tenía que ver con la pregunta que yo le había hecho. Por desgracia, tras evocar su pleito con su amiguita, supongo que lo revivió mentalmente y volvió a sentirse enojada e intentó desquitarse conmigo, primero a manazos, luego a pellizcos, en seguida intentando morder y jalarme el pelo; por lo que acabó siendo recluida dos minutos en su sillón de pensar.
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