Yo creía antes que cuando un niño nacía era una especie de tabula rasa, de pizarrón en blanco, que conforme crecía se iba haciendo la personalidad dependiendo del entorno en el que hubiera nacido, del ejemplo de sus padres, de la circunstancia en su al rededor, etcétera. Esa visión ha cambiado bastante ahora que he visto desarrollarse a mis dos pequeños. Es decir, sí, el entorno, los papás, y lo demás influye, moldea, limita, potencia, y demás, sin embargo, los niños ya vienen con un carácter innato, es una especie de chip previo, algo a lo que tal vez haya que dirigir y darle forma, pero ya existe, y de ninguna manera se puede pensar que venga en blanco.
Loana y Lucas son muy diferentes en cuanto a ese carácter innato, Loana es más tímida, más introvertida, más femenina en mucho sentidos, más rebelde, más confrontativa; mientras que Lucas es enojón, protestón, gruñón, y al mismo tiempo coqueto, sonriente, a pesar de no hablar se da a entender perfectamente, si no le gusta no se deja, etc. Loana no aprendió a pararse sino como hasta el año de vida, a caminar al año dos meses; Lucas se para desde los siete meses, y ahora que tiene nueve ya empieza a caminar. Son bebés, sus papás y demás familiares circundantes somos los mismos, tienen genes similares, y sin embargo ya traen carácteres extremadamente distintos entre sí.
Así que ese mito de la tábula rasa es eso, un mito. Todos los seres humanos traemos los rasgos distintivos de nuestro carácter de nacimiento. Tal vez mientras crecemos puedan moldearse, tal vez uno que es muy corajudo pueda percatarse y decidir reprimirlo, tal vez conforme se desarrolla uno pueda modificar la dirección del tronco (usando la metáfora de un árbol), pero hay impulsos y detalles que no van a cambiar aunque uno quiera, o aunque los demás quieran. Supongo que las lecciones son: 1. Mucho de lo que somos ya venía cuando nacimos; 2. La sociedad nos presiona para modificar quienes somos, y hay cambios posibles, pero solamente en la superficie; 3. Llegado un punto los cambios sólo se pueden hacer voluntariamente, no por presiones u obligaciones. 4. Hay que dejar que los niños desarrollen su propio carácter y tal vez sólo intentar moldear esos aspectos que los van a perjudicar más a ellos si no liman sus propias asperezas.
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