Hay un diálogo delicioso entre Guillermo de Baskerville y Adso de Melk, sobre libros y cómo abordarlos. Bueno, también sobre unicornios. También sobre sabiduría antigua (para los personajes medievales), y sobre virtudes teologales. Yo recomiendo todo el libro, muchas veces, porque no sólo es hermoso sino que además también es hermoso. El siguiente fragmento sucedió el cuarto día de la estadía de los personajes principales en la abadía, después de completas, es decir durante la noche-madrugada, según esto en octubre o noviembre de 1327.
-- Y ¿cómo otorgó Dios a los maestros del saber antiguo la revelación de la verdadera naturaleza del unicornio?
-- No la revelación, sino la experiencia. Tuvieron la suerte de nacer en países donde vivían unicornios, o en épocas en las que los unicornios vivían en esos países.
-- Pero entonces, ¿cómo podemos confiar en el saber antiguo, cuyas huellas siempre estais buscando, si nos llega a través de unos libros mentirosos que lo han interpretado con tanta libertad?
-- Los libros no se han hecho para que creamos en lo que dicen, sino para que lo analicemos. Cuando cogemos un libro, no debemos preguntarnos qué dice, sino qué quiere decir, como vieron muy bien los viejos comentadores de las Escrituras. Tal como lo describen estos libros, el unicornio contiene una verdad moral, alegórica o anagógica, que sigue siendo verdadera, como lo sigue siendo la idea de que la castidad es una noble virtud. Pero en cuanto a la verdad literal, en la que se apoyan las otras tres, queda por ver de qué dato de experiencia originaria deriva aquella letra. La letra debe discutirse, aunque el sentido adicional siga siendo válido. En cierto libro se afirma que la única manera de tallar el diamante consiste en utilizar sangre de macho cabrío. Mi maestro, el gran Roger Bacon, dijo que eso no era cierto, simplemente porque había intentado hacerlo y no había tenido éxito. Pero si hubiese existido alguna relación simbólica entre el diamante y la sangre de macho cabrío, ese sentido superior habría permanecido intacto.
-- De modo que pueden decirse verdades superiores mintiendo en cuanto a la letra. Sin embargo, sigo lamentando que el unicornio, tal como es, no exista, no haya existido o no pueda existir algún día.
-- No nos está permitido poner límites a la omnipotencia divina, y, si Dios quisiera, podrían existir incluso los unicornios. Pero consuélate, existen estos libros, que, si bien no hablan del ser real, al menos hablan del ser posible.
-- Entonces, ¿hay que leer los libros sin recurrir a la fe, que es virtud teologal?
-- Quedan otras dos virtudes teologales. La esperanza de que lo posible sea. Y la caridad hacia el que ha creído de buena fe que lo posible era.
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