11 de agosto de 2012

Sin márgenes de movimiento

Mi horario de entrada era a las siete de la mañana para salir a las 15:30, sin embargo, como me duermo siempre por ahí de las tres de la mañana me despertaba precisamente a las siete, y terminaba llegando a las ocho.

Luego me dijeron que un director había buscado a gente de mi área un día, por ahí de las cinco y media, y que como no había encontrado a nadie se había quejado amargamente, así que necesitaban a alguien con un horario más oficinístico, así que me ofrecieron entrar a las 8:30 para salir a las 17:00, y acepté, y por un mes llegué a tiempo.

Pero luego a mi musa se la sentenciaron por llegar, después de dejar a los niños en la guardería, tan tarde a su oficina, y me pidió ayuda. Así que en las mañanas nos esforzamos los dos por despertar/cambiar/arreglar a los críos, y los llevamos juntos a la escuelita, con lo que ella llega a tiempo, pero yo termino arribando a mi trabajo una hora tarde de mi verdadero horario de entrada, es decir, las 09:30 y salgo a las 18:00.

La alternativa es despertarnos más temprano y hacer madrugar a los pequeños, tal vez tendríamos que ponernos en acción a las seis de la mañana, levantar a los críos a las siete, y entregarlos en la escuela a las ocho. Pero para eso tendría que dormirme a más tardar a la una de la mañana, y como tengo cosas que hacer no estoy tan dispuesto a dejar las horas de la madrugada que uso para traducir y freelancear. ¿Dormir una hora menos? Me temo que ya no puedo... ¿Qué hacer?, estoy en un punto muerto, ni pa delante ni para atrás...

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