La semana pasada asistí a un "curso" de Soa. La ponencia, porque en realidad fue ponencia, la dió un orador bonachón pero la situación estaba en su contra. Las diapositivas (y todo el material didáctico) estaban en inglés, y él nos las explicaba en español. La experiencia por lo tanto fue frustrante y cómica a la vez; frustrante porque no podía concentrarme al mismo tiempo en la explicación oral en español y el significado de los textos en inglés (finalmente opté por leer por mi cuenta el manual, sin tanta atención al individuo que nos vendía Soa); y fue cómica porque el espanglish salía a diestra y siniestrísima, y el Tona no perdía ocasión de hacérmelo notar. Dicha ponencia, fue acerca del enfoque en seis dimensiones (en realidad Dominios) de la compañía Bea con respecto a Soa, choro en que no me extenderé aquí.
Soa es uno de esos campos semánticos borrosos y rimbomantes que abundan en esta época, viene de Service Oriented Architecture, o Arquitectura orientada a servicios (¡ámonos!). Se trata de una capa de abstracción para sacar y procesar información de aplicaciones distintas entre sí, y ofrecerlas como "servicios". Dejemos de lado qué se entiende por arquitectura, o por servicios, 'es algo bueno para tu empresa que pagó un titipuchal para que vinieras a que te convenzamos para que a tu vez convenzas a tus jefes de que es bueno "invertir" en un plan a largo plazo con Bea y su enfoque Soa, en el que trabajarás como arquitecto y tu puesto estará asegurado mientras dure'. ¿Se entiende el "curso"?
Oración típica del maestro: (en tono fresa) "Ahora, aguas, definitivamente con soa ustedes podrán orquestrar servicios compuestos ¿sale?".
Usaba la españolización de verbos como fund, plan, deploy que terminaron siendo fondea, planea y deploya. Sin reparar en si en español tenían sentido (el "instructor" hubiera preguntado "¿hace sentido?"). Tona en un break hizo un comentario genial: "Por lejos: una de las peores traducciones que yo tengo siempre oído". Desde ahí ya no pude mantener la seriedad.
Dato curioso, al curso asistieron también dos venezolanos antichavistas. Ninguno de los dos tenía críticas serias con respecto al chavismo, puros reproches desde una postura ridiculizadora de las inconsistencias económicas, de la bravura internacional de su presidente (aunque en los demás países se admire precisamente el valor y dignidad con que se enfrenta a los EU), y hasta del físico mismo del buen Don Hugo. El hombre (porque asistieron una mujer y un hombre) estaba haciendo berrinche porque en su país tienen un límite de 5000 dólares al año para gastar en el extranjero, y según ya lo había trasgredido y lo iban a multar y castigar y torturar si gastaba más, el pobrecito. Le ofrecí una alternativa para darle la vuelta a su problema por medio de paypal (simpatizo con los individuos no con las causas, y me gusta buscarle huecos a los sistemas), y las quejas cesaron sin que recurriera a mi opción, de la que hablaré en otro post.
Me desconcierta, si se supone que es una sociedad politizada entonces los argumentos deberían ser mejores, si esos son los especímenes típicos de la derecha venezolana entiendo porqué Chavez hace lo que quiere, y qué bueno que así sea. (Me asalta la duda, ¿y si todos los derechistas del mundo fueran igual de mediocres, no hablaría eso también mal de su contraparte izquierdosa?)
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