Algún día, si todo nos sale mal y fallamos en los negocios y nuestros oficios. Si después de años de luchar no logramos mejorar el status quo, y agotamos nuestras fuerzas. Podríamos D y yo ir a jugar dominó a los torneos de la ciudad. La pareja más cómplice deste mundo, no nos haríamos señas: ¡nos comunicaríamos telepáticamente! Por supuesto perderíamos porque lo que sea de cada quien, los campeones del dominó son campeones porque conocen en sus más mínimos secretos el juego, con el cual se comunican sin necesidad de telepatías, y sólo nos quedaría la memoria de los "buenos tiempos" y el día en que casi.
Por supuesto, soy de tal vanidad que a veces me siento genial, y como opino que un genio, no se rodearía más que de genios, reparto generosamente (aunque unilateralmente) la genialidad en quienes me rodean. Un genio, no se enamoraría más que de una persona genial, y genial y maravillosa es D. Así que en mis momentos de genialidad vislumbro que creando a diaro, las probabilidades del párrafo anterior son menores, y entonces me surje una especie de fuerza y de confianza que me permiten ser y hacer casi sin perder el rumbo. Pero (siempre el pero), eso es en mis momentos de "genialidad", ¿qué pasa en mis mayoritarios momentos de estupidez? Mejor también practicaré dominó ;-)
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