Cuando niño, era super impresionable. El episodio de La mujer araña contra las momias, y mi subsecuente visita a la sección egipcia del Louvre, me hicieron generar toda una mitología interna que veía momias en todo rincón oscuro o lugar solitario. Poco me faltó para dormir con collares de cruces y ajos, después de ver una película del santo contra los vampiros, en cambio, me surgió una fobia que me hacía insoportable dormir sin apretar entre el mentón y el pecho las sábanas y cobijas. En mi imaginación virgen aún de las magnificaciones gringas, los vampiros eran débiles hasta chupar sangre, por lo que les sería imposible levantar tantas cobijas...
Mi impresionabilidad fue más evidente después, cuando vi la del arca perdida de Indiana Jones y tuve pesadillas derivadas de la terrible muerte de los sacrílegos nazis malvados. Entonces me perdí voluntariamente de las de Alien, la repetición de Poltergeist, y me alejé de las expediciones al cine cuando se trataba de películas de miedo. Eso hasta mucho después, cuando salió la de La bruja de Blair, y Scream, que entendí que ya estaba curado. Me había sobresaltado por los efectos y sucesos en la pantalla, como todos, pero no me había ocasionado insomnio ni pesadillas. Entonces recuperé los filmes perdidos y los vi, con algunos me di la aburrida de mi vida y con otros, desarrollé mi visión crítica y los hice pedazos minuciosamente.
Hoy en día casi no voy al cine, me pierdo la muestra internacional desde 1998, y las películas gringas de los cines comerciales son malísimas, excepto por una o dos al año, y entre esas, seguro una de ellas es del Woody. Supongo que ya estoy viejo, cada vez menos crédulo y más cínico. Ya no coopero con los scripts.
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