Un viernes mi musa invitó a su sobrinita preferida de 5 años a dormir al departamento. Las dos estuvieron encantadas, la niña más pequeña jugando a las hadas con la otra niña más grande, el escenario era el jardincito zen. Un dragón malvado molestaba a los patos que no podían estar en su lago. Las hadas hechizaron al dragón y se volvió bueno... Pero ya se sabe, los dragones y su naturaleza, como no había conflicto el juego no tenía razón de ser, así que otra vez a molestar a los patos. Siguiente estrategia: enseñarle defensa personal a los patos. Después se metieron a ver la película de Cars que funcionó perfectamente como soporífero infantil. Al día siguiente mi amada se dedicó a consentir a su sobrinita hasta la tarde, en la que creo que con cierto alivio devolvió a la menor a su mamá.
Regresando al departamento, llamó Rodrigo para ver qué hacíamos. No teníamos ganas de ir de juerga ni buscar eventos así que fuimos al wolmar a comprar algunos alimentos que cocinamos todos juntos, y cenamos y conversamos larga y agradablemente. Compartimos música y disfrutamos la compañía. Se fue como a las dos y media de la mañana en su bicicleta, es un verdadero cowboy.
El domingo nos despertamos tarde, nos acicalamos y nos dedicamos el uno a la otra y viceversa, llegada la noche solamente revisé los textos próximos a salir en el blog, y me ganaron las ganas de seguir pasando el rato con mi amorosa compañera. Nos dormimos casi temprano. El lunes por la tarde hubo un diluvio con tormenta eléctrica que nos dejó sin luz desde las ocho y media, y el resto de la noche.
En resumen, cuatro noches disfrutadas sin mayores remordimientos que saber que próximamente tendré que esforzarme más en adelantar, pero sin detrimento para el programa bloggero.
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