12 de septiembre de 2008

Una triste albahaca

La albahaca que tenemos en la cocina está muy madreada. Tiene unas ramitas que empiezan cafés cerca de la tierra, más arriba están amarillentas, y ya por las puntas, cerca de donde están las hojitas que le quedan, son verde claro. Las hojas también son verde claro y están medio enroscadas. Hay hasta la punta de una de las ramitas algunas florecillas blancas.

Creo que está enferma, que nunca se sintió bien aquí, que la luz que puede recibir en este lugar es demasiado poca, que hemos sido negligentes en el riego, en no darle una maceta decente en lugar de esa originaria bolsa negra de mercado con que nos la vendieron que escurre de inmediato al regarla.

En fin, digamos que agoniza mi planteta. Su deterioro ha sido gradual y nada sorpresivo, sin que por ello me haya movido a efectuar ninguna acción. Me he limitado a regarla cada cierto tiempo, a moverla hacia la luz, a abrirle la ventana, y nada más. Pero, ahora que me preocupa su estado, ¿tomaré la iniciativa o me mantendré a la expectativa?, he ahí el dilema.

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