29 de septiembre de 2008

Cómo leer detenidamente

Cuando leo un texto nuevo, llega a suceder que me distraiga por algunos párrafos, supongo que es algo que le sucede a muchos porque recuerdo que los dianéticos que llegué a frecuentar hasta tenían una técnica para no perder el hilo que consistía en aclarar los términos que pudieran sonar ambiguos. Que luego te pusieran al pie de página las definiciones de la casa era otra cosa. En mi caso no se trata de simples palabras, pues logro contextualizar lo dicho, usar mi imaginación, y seguir adelante aunque no entienda un término. Claro que cuando el texto es super-óptimo como en el caso de Chomsky en su On Language, me distraigo más fácilmente y tengo que releerlo muchas más veces. Pero si el texto es digamos que óptimo, a cada párrafo se me encienden escenas en la mente que ejemplifican lo leido o se refieren a otros textos que guardan relación, y cuando esas escenas empiezan le meten ruido a los siguientes párrafos. Total que debo volver sobre mis pasos en cuanto noto que ya me puse a divagar.

Recuerdo que cuando leí On Language y traté de resumir el primer capítulo, usé una técnica que me permitió avanzar poco a poco y entenderlo mejor: lo que hacía era detenerme tras cada párrafo e intentar hacer un resumen de lo expuesto en una o dos oraciones. De ese modo podía ir de párrafo en párrafo, hilando micro-resúmenes. El día de hoy empecé El valor de educar, de Fernando Savater, y al final del primer capítulo solicita a sus lectores volverlo a empezar, pues lo recién expresado es muy importante, y es la base de lo siguiente. Creo que lo leí bien de cabo a rabo la primera vez, pero decidí obedecer al maestro. Y no sólo decidí obedecerle, sino poner la atención que cuando mi lectura de Chomsky, y este es el micro-resumen del primer capítulo.

Empieza con una cita de Graham Greene: "ser humano es también un deber", luego ahonda con respecto a la humanidad como algo más que identificación biológica, algo que los demás nos comparten a propósito y con nuestra complicidad, algo que se llega a ser (humano) y lograrlo es un arte. A continuación destaca varias diferencias entre el homo-sapiens y otros primates: estamos a medio cocer y desamparados (desnudos, débiles y torpes); tenemos una doble gestación: biológica y social; constatamos la ignorancia; y enseñamos lo que sabemos a quienes sabemos que lo ignoran. Luego argumenta elocuentemente que se aprende mucho más de los otros seres humanos que de las cosas (sin dejar de aprender de ellas), y que comprender significados requiere adiestramiento entre humanos porque los significados son elementos mentales colectivos. Después menciona la paradoja de que hombres deficientemente educados se pongan a educar, que da pie a la idea kantiana del educador extra-humano superpoderoso (da de ejemplo: El fin de la infancia, de Arthur. C. Clarke) que es desmitificada porque la socialización se da ineludiblemente entre sujetos, lo que hace necesario el reconocimiento del protagonista que hay en cada persona. Me gustó mucho la frase final del penúltimo párrafo: "Antes que nada, la educación es la revelación de los demás, de la condición humana como un concierto de complicidades irremediables." Termina por solicitar una relectura.

1 comentario:

FORO ABIERTO dijo...

Hola,

ven a participar con nosotros, es divertido e interesante, así te conceremos un poco más


saludos