21 de septiembre de 2008

Determinada albahaca

La albahaca sigue tristona pero no se resigna, yo sigo a la expectativa y le procuro los cuidados mínimos de siempre. El debate con respecto al determinismo sigue ocupando parte de mis pensamientos cotidianos. ¿tomar la iniciativa (emprender la acción) o permanecer a la expectativa (observar los acontecimientos sin actuar)? me preguntaba yo en el pasado post de porqué, pues ya que todo está determinado no importa lo que decida, eso era lo que iba a decidir.

Creo que decirle a mi musa que siento en el fondo de mí alma que nosotros ya estábamos destinados a ser desde incluso antes del big bang, es algo muy romántico que se refiere a una sensación percibida como más grande que uno mismo (espacial y temporalmente) que sienten todos los enamorados. Es un piropo y se entiende como tal, como expresión de un sentir. Pero es también un pensamiento peligroso si se toma al pie de la letra, podría quere decir también que no tenemos ningún mérito por haber actuado como lo hicimos al acercarnos y arriesgarnos la una con el otro y viceversa, y buscar seguir juntos en los momentos de crisis.

Es irrelevante si existe o no la libertad, digamos que no existe. Sin embargo el pensar que sí existe genera responsabilidad, esperanza, determinadas acciones, y sensación de poder modificar los resultados. Pensar que no existe genera un poco lo contrario. Así pues, aún cuando se trate "tan sólo" de uno de esos términos imaginarios que usamos para darnos fuerza, produce una diferencia en la visión del mundo de quienes lo usan, que me inclino a llamar indispensable para luchar en la vida. Dependiendo de la situación personal, puede ser muy cómodo apelar a lo determinado para no lograr nada relevante.

El determinismo me parece una postura algo hipócrita: por un lado parece humilde, yo no hice nada que no estuviera fuera de mis determinaciones, ergo, no fui dueño de mi acción (imaginemos a un científico que acaba de ganar el novel diciendo eso de su investigación); pero por el lado práctico, es de extrema soberbia, porque puesto que mis decisiones estaban determinadas, puedo hacer cualquier locura que se me ocurra (matar a un transeunte, poner una bomba), sin que por ello puedan juzgarme porque pues mis acciones ya estaban determinadas, es casi como si hubiera cumplido un mandato divino, mis acciones (correctas o erradas) son las reglas mismas del cosmos ejecutándose. Ahora mismo soy Dios escribiendo lo que ya había sido escrito de algún modo desde el inicio del universo.

No hay comentarios.: