9 de septiembre de 2008

Fin del mundo conocido (8 de 10)

En el caso de Rusia, que ha surgido de las cenizas de la Unión Soviética como la primer superpotencia energética mundial, esto es algo que ya sucedió. Rusia es hoy el principal proveedor de gas natural, el segundo más grande proveedor de petróleo, y uno de los mayores productores de carbón y uranio. Aún cuando muchos de esos bienes fueron brevemente privatizados durante el reinado de Boris Yeltsin, el Presidente Vladimir Putin ha vuelto a poner la mayoría de ellos bajo control estatal --en algunos casos, con medios legales sumamente cuestionables--. Luego usó esos bienes en campañas para sobornar o coercer a repúblicas anteriormente soviéticas en la periferia rusa dependientes de ella para la mayoría de sus suministros de petróleo y gas. Los países de la Unión Europea algunas veces han expresado consternación por las tácticas de Putin, pero ellos, también, dependen de los suministros energéticos rusos, y por ello han aprendido a enmudecer sus protestas para adecuarse al creciente poder ruso en Eurasia. Consederen a Rusia como un modelo para el nuevo orden energético mundial.

5. Un creciente riesgo de conflictos: A lo largo de la historia, los cambios más grandes de poder han sido normalmente acompañados por violencia --en algunos casos, extensas convulsiones violentas--. Ya sea que estados en la cumbre del poder hayan luchado para evitar la pérdida de su status privilegiado, o rivales que han peleado para destronar a quienes ocupan la cima del pastel. ¿Sucederá ahora eso? ¿Lanzarán los estados con déficit de energía campañas para arrebatar las reservas de petróleo y gas del control de los estados con excedentes --la guerra de Irak de la administración Bush ya puede pensarse como uno de esos intentos-- o para eliminar competidores entre sus estados deficitarios rivales?

Los altos costos y riesgos del armamento moderno son bien conocidos y existe una ampliamente difundida percepción de que los problemas de energía pueden resolverse mejor a travez de medios económicos, no militares. Sin embargo, los mayores poderes están empleando medios militares en sus esfuerzos para obtener ventajas en la lucha global por la energía, y nadie debería ser engañado al respecto. Estos empeños podrían con suficiente facilidad llevar a una escalada inadvertida y al conflicto.

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