20 de septiembre de 2008

La receta secreta

Anoche le hice de cenar una pasta a mi princesa. Me quedó tan buena, que empecé a bromear diciendo que me había sido legada por mi abuela, que a su vez la había recibido tradicionalmente de su abuela que la había obtenido de su abuela, y así hasta un cocinero de la duquesa de Parma, Maria Luigia. El cocinero la había recibido a su vez como un secreto único y celosísimo del mismísimo tataratataranieto de Leonardo Da Vinci. Era la pasta a la Leonardo, favorita de la duquesa hasta su muerte. En realidad lo del dichoso código ese, es una metáfora de esta receta "perdida", y quienes en sus restaurantes nombran alguna pasta 'a la Leonardo', son sólo pretenciosos y falsarios...

Por supuesto no me dejó echar tanto choro, lo de arriba es una reconstrucción de la historia que nació de un diálogo en el que ella sugirió la relación con Leonardo, entre otros detalles. Luego de cenar nos volvimos cada uno a su computadora pues teníamos algunas cosas que hacer (ella está hasta el copete de trabajo). Mientras me concentraba en mis cosas se me ocurrió un mundo donde las recetas de cocina tuvieran tanto valor. Las cocinas serían espacios vedados a las miradas indiscretas (y posibliemente insalubres), los cocineros poseedores de uno de esos grandes secretos de la antiguedad tendrían mucho poder y algunos aprendices de entre los cuales elegir al mejor (de preferencia dentro de la familia) para conservar la tradición.

En ese contexto sería una lástima si la pasta a la Leonardo muriera conmigo, así que contra todas las costumbres de los sabios culinarios, la publicaré. Se acitrona en abundante aceite de olivo una cebolla finamente picada, se agrega una cucharada de ajo molido, se cubre con una capa de rebanadas delgadas de calabaza, se agregan tres tomates frescos pelados y cortados en gajos, un puño de sal, una pizca de albahaca y media taza de agua, y mientras se cuece a fuego lento hay que moverle regularmente hasta que espese. Después de escurrir la pasta se le agrega la salsa arriba develada y se sirve con queso parmesano espolvoreado.

Uf, me siento liberado.

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