5 de enero de 2009

Lo debidamente reconocido

Mi musa me platicaba que seguramente era tan exigente consigo misma porque de niña, si llevaba una boleta con puros dieces su papá no lo festejaba sino que le decía que ese era su deber, su única obligación, y que por lo tanto no había nada que agradecer o celebrar. Yo conozco el discurso porque también mi papá lo usaba: "¿porqué te voy a premiar por hacer tu deber?", me decía cuando yo insinuaba que por ser un buen hijo merecía mejores consideraciones. Así que mi amada y yo desarrollamos esa misma actitud en distintos ámbitos y con distintas intensidades. Es curioso que hagamos lo que nos hacían, sobre todo ante la evidente frustración que sentíamos cuando nos lo hacían; bien dicen que los niños aprenden lo que ven y viven, aunque no lo que les enseñan.

He tipificado esa actitud como la del "comensal suceptible en un restaurant", de esos que si el mesero no les ha traído la carta en 19 segundos exactos ya están exigiendo ver al gerente. Obvio que lo exagero, la variante discreta simplemente levanta una ceja cuando algo no le parece, pero por dentro ya está descontando centavos de la propina. Recuerdo una vez que D me la aplicó: yo había hecho la cama y lavado los platos, le tenía el cafecito preparado y todo en orden, y cuando llegó fui hacia ella y le conté. "Muy bien, muy bien, pero yo no considero a esto un plus", me dijo, y continuó: "así debería ser la norma, por lo que tampoco hay mucho de qué enorgullecerse".

Claro que no hay nada de qué enorgullecerse... Pero como yo lo veo, en este mundo torcido lo que debería de ser la norma no lo es, y eso añade crédito automágicamente a mis actos. Por otra parte, incluso si fuera la norma: ¿cómo distingues y estimulas al que destaca en su apego a ella si en realidad lo que se está haciendo es lo debido? Quizá no amerite un premio ni una ovación, pero sí un reconocimiento. Quizá un cambio en el órden del discurso, un: "debes saber que esto no tiene ningún mérito porque es justo lo que tenías que hacer, pero muy bien, me place". O mejor aún: "mi razón me dice que hiciste lo justo, y mi corazón te lo agradece". Porque si no, sólo se trata de establecer los límites bajos a partir de donde empezará la reprimenda.

No hay comentarios.: