28 de enero de 2009

Más anti-multinivelismo

Sigo haciendo catarsis respecto del multinivel en que estuve metido hace unos años. en el post anterior respecto a este tema expliqué porqué es imposible cumplir con todos los esfuerzos necesarios para tener alguna posibilidad "invirtiendo" una o dos horas diarias. Por supuesto, pero eso no quita que hubiera muchos nuevos ricos hablando de cómo le habían hecho para lograrlo, instando a actuar, a seguir adelante y redoblar esfuerzos, y si ellos (en condiciones tan adversas) lo habían conseguido, nosotros (sus escuchas) también podríamos. Gran parte del sistema de refuerzo era por medio de catálogos con todos los que habían llegado a algún volumen de productos desplazados en sus redes, con fotos chiquitas para los niveles más bajos, y fotos de plana entera y reportaje para los niveles más altos. Los niveles tenían nombres: directo (era quien ya ganaba casi como para vivir del negocio), perla (digamos que unos 20mil MXN más que el nivel anterior), esmeralda (con tres directos en su red por n meses, aprox 20mil más), y diamante (con seis directos en su red, y ya prácticamente "libre" de ataduras económicas). Claro que hay otros más altos y más bajos, pero la aspiración general iba en ese orden.

Ahora bien, hablé de seminarios y convenciones, en esos eventos desfilaban una serie de esmeraldas y diamantes, mexicanos, españoles, centroamericanos, estadounidenses con intérprete, etc. En ellos los había simpáticos, serios, enérgicos, tranquilos, grandes, chicos, gordos, flacos, casados, divorciados y solteros. Entre ellos, recuerdo al diamante récord: había llegado a millonario en seis meses; también estaba el diamante lento: se había tardado 20 años, los primeros 10 sin resultados porque él mismo aceptaba que era duro de entendederas; había el diamante con sus papás enfermos, que gracias al negocio había podido convivir de cerca con sus viejos (y llevarlos a viajar y regalarles cosas) los últimos años de sus vidas; estaba el diamante que gracias a haber empezado esta bendita actividad había podido ver crecer a sus últimos hijos (los primeros habían sufrido su ausencia); estaba el diamante joven y el que había empezado a los sesenta y había logrado la riqueza a los sesentaycinco. Estaba el que tras la libertad económica había incrementado sus actividades lúdicas hasta la náusea, y aquel que vivía en el ocio semi-permanente, interrumpido ocasionalmente cuando algún "gran amigo" lo invitaba a dar una plática como en la que estaba. Etcétera.

De esas pláticas se sacaban los cassettes, que puesto que había tanto éxito por todo el mundo pocas veces coincidían con los que yo había visto en vivo (aunque también los había). Todo lo anterior para mantener esperanzados a los asistentes, para pasarles tips de ventas, para instarlos a vender, y para tranquilizarlos: "sí vas a llegar, no te preocupes, tú sigue comprando las entradas y exponiendo el plan a tus conocidos, y por supuesto consumiendo. Eventualmente entenderás como ser exitoso en este negocio, sí-se-puede, etc."

La objeción más obvia a mi objeción al multinivel, es que si había tantos triunfando es prueba de que con un poquito más de esfuerzo, yo también hubiera podido involucrar a los suficientes para obtener buenas ganancias, y dejé ir la oportunidad tal vez justo antes de que las cosas cambiaran. Pero ya no lo creo.

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